Vamos a ver, hay una cosa muy clara en el cine y en la vida: si parece un psicópata, mira como un psicópata, actúa como un psicópata y mata animales como un psicópata... ES UN PUTO PSICÓPATA!
Y partiendo de esta premisa indiscutible Jesús Monllaó monta una historia en la que juega a la ambigüedad con los conceptos del bien y el mal, con el sano intento de engañar al espectador... al que se deje engañar, claro.
Le ayuda bastante para conseguir quedarse con la peña un José Coronado que tiene esa capacidad acojonante para parecer bueno o malo según le peinen de una u otra forma (o directamente le despeinen) o según ponga ojitos u ojos de loco.
El nene debutante tampoco lo hace mal y también se presta al juego, solo que en su caso es mucho más fácil. Él se limita a poner cara de póker, o en este caso de ajedrecista aficionado al póker, y es el director el que en el montaje hace que el niño parezca bueno, malo o mediopensionista.
Si te fijas bien al nene no le cambia la cara en toda la película, sino que son la música, el contexto y las circunstancias lo que determinan que lo creas un mal bicho o que lo creas una hermanita de la caridad. En esto de todas formas el director abusa un poco de la credulidad del espectador, las cosas como son.
Y termino como empecé: hay una cosa muy clara en el cine y en la vida: si parece un psicópata, mira como un psicópata, actúa como un psicópata y mata animales como un psicópata... ES UN PUTO PSICÓPATA!
No hay comentarios:
Publicar un comentario