Ésta es la historia de un tipo que pierde la memoria y va a parar accidentalmente a un pueblito maravilloso, lleno de luz y color y gente maja, salvo un gañán con un brazo amputado, que es el único malasombra del lugar, pero que prácticamente ni se nota que está porque el chaval no da un ruido.
De forma inexplicable el desmemoriado caballero es tomado por el hijo de uno de los vecinos del pueblo. Y digo inexplicablemente porque el muchacho supuestamente dejó el pueblo diez años antes para irse a la guerra, pero aparte del padre, ninguno de los vecinos consigue reconocerlo, ni su propia novia, que ya es andar despistadillos.
Nuestro amigo el amnésico sufre porque no se acuerda de nada de su vida, en lugar de disfrutar de ese lugar paradisíaco en el que todo el mundo le adora y le organizan homenajes y fiestas fantásticos y hay hasta una rubia monísima de ojos azules que se muestra más que dispuesta a retozar con él. Bueno, y unas playitas supercuquis, porque encima el pueblito está en la costa, una costa no invadida aún por la especulación inmobiliaria, una costa virgen… en definitiva, la hostia.
La verdad es que se me escapan las razones por las que nadie querría volver a un oscuro pasado del que no tiene la menor idea y que puede estar lleno de sombras, cuando tiene la posibilidad de iniciar una nueva vida llena de paz y amor que tiene pintas de ser más que satisfactoria y fructífera. Pero en fin, la gente es así de rara y de desagradecida.
La peli podría haber estado pasable, incluso con el exceso de glucosa que arrastra, que no es moco de pavo, si no fuera porque ya al final el protagonista se deja caer con un discurso patético en el que hace gala de un exultante patrioterismo made in Yankiland que haría vomitar hasta a las cabras. Y de paso, ya puesto, nos lee casi toda la Constitución de los USA, que de tantos discursitos de éstos como llevo tragados me la conozco mucho mejor que la española. Lo que es la primera y la quinta enmiendas, vamos, como la palma de mi mano.
En fin, lo único que hay que agradecerle a Frank Darabont es que nos haya dado la posibilidad de ver a un Jim Carrey que por una vez deja su colección de muecas y tics en casita y consigue parecer una persona normal. Todo un detallazo, pero que no compensa las casi dos horas y media de insalubre atracón de pastel sólo apto para estómagos muy resistentes.
De forma inexplicable el desmemoriado caballero es tomado por el hijo de uno de los vecinos del pueblo. Y digo inexplicablemente porque el muchacho supuestamente dejó el pueblo diez años antes para irse a la guerra, pero aparte del padre, ninguno de los vecinos consigue reconocerlo, ni su propia novia, que ya es andar despistadillos.
Nuestro amigo el amnésico sufre porque no se acuerda de nada de su vida, en lugar de disfrutar de ese lugar paradisíaco en el que todo el mundo le adora y le organizan homenajes y fiestas fantásticos y hay hasta una rubia monísima de ojos azules que se muestra más que dispuesta a retozar con él. Bueno, y unas playitas supercuquis, porque encima el pueblito está en la costa, una costa no invadida aún por la especulación inmobiliaria, una costa virgen… en definitiva, la hostia.
La verdad es que se me escapan las razones por las que nadie querría volver a un oscuro pasado del que no tiene la menor idea y que puede estar lleno de sombras, cuando tiene la posibilidad de iniciar una nueva vida llena de paz y amor que tiene pintas de ser más que satisfactoria y fructífera. Pero en fin, la gente es así de rara y de desagradecida.
La peli podría haber estado pasable, incluso con el exceso de glucosa que arrastra, que no es moco de pavo, si no fuera porque ya al final el protagonista se deja caer con un discurso patético en el que hace gala de un exultante patrioterismo made in Yankiland que haría vomitar hasta a las cabras. Y de paso, ya puesto, nos lee casi toda la Constitución de los USA, que de tantos discursitos de éstos como llevo tragados me la conozco mucho mejor que la española. Lo que es la primera y la quinta enmiendas, vamos, como la palma de mi mano.
En fin, lo único que hay que agradecerle a Frank Darabont es que nos haya dado la posibilidad de ver a un Jim Carrey que por una vez deja su colección de muecas y tics en casita y consigue parecer una persona normal. Todo un detallazo, pero que no compensa las casi dos horas y media de insalubre atracón de pastel sólo apto para estómagos muy resistentes.
Hay un aspecto en tus críticas que no termino de comprender y es que detestas todo tipo de sentimentalismo en el cine, calificando a las películas y a las escenas que muestran episodios de afecto y ternura de "pasteladas" e "hiperglucémicas". No sé si lo haces porque piensas que esta clase de momentos no ocurren en la vida real o que tú no has vivido ninguno y por éso te duele verlo reflejado en la gran pantalla. Lo mismo se podría decir de tu aversión a los niños en el cine... ¿Será que no te gustan los niños en general y no solamente los personajes de niños en la ficción?
ResponderEliminarMe reafirmo en que tu estado de ánimo es importante a la hora de valorar una película. A "Un mundo casi perfecto" le diste un seis cuando tiene un 3,8 de nota media y solamente dos críticas. Si la hubieras valorado otro día en el que o tuvieras ganas de reírte no habría pasado del tres.
Ah,que el actor (o actriz, pero en tu caso te interesan más los intérpretes masculinos) esté bueno no significa que haga un gran papel ni que sea un magnífico intérprete y en ocasiones has subido puntos a la nota de una película simplemente por el físico de un actor cuando el sujeto en cuestión no llega a ser mínimamente aceptable.
Una última cosa que me extraña es que supuestamente tienes bastantes lectores pero el que más comenta tus críticas soy yo. Resulta un pelín sospechoso.
Hasta la próxima crítica. Y por cierto, no trates a todos los tipos de personas que ves en las películas y con los que no coincides de repelentes porque ni es malo ser diferente ni es bueno ser como tú.
Pues no, Marcos, no tengo nada contra el sentimentalismo en el cine; al revés, me encanta. Lo que pasa es que distingo bastante bien entre sensibilidad y sensiblería y soy totalmente alérgica a la segunda. Sensibilidad es lo que vi, por ejemplo, en "Gloria" y sensiblería, además bastante baratucha, es lo que derrocha a raudales "The Majestic".
ResponderEliminarY sí, es verdad, los niños no me gustan mucho. Soporto a los míos propios a duras penas y ya es bastante. Pero en particular los niños actores en su mayoría me dan un repelús del cagarse. No obstante, si buceas un poco por ahí en algunas contadas ocasiones he reconocido como comestible y adorable a algún niño actor. Son pocos, pero existen. Lo que pasa es que es difícil encontrarse a un niño actor que no resulte repelente, pero vamos, que haberlos haylos y cuando aparecen son muy de agradecer.
Respecto a los tíos guapos... pues qué quieres que te diga, claro que los valoro, y a veces le han subido puntos a alguna peli, pero vamos, que le he puesto notas bajísimas a películas en las que salía el hombre más guapo del mundo de todos los tiempos, que es indiscutiblemente Paul Newman. Y lo he hecho con dolor de corazón, pero lo he hecho.
En lo que sí que estoy de acuerdo contigo es en que no es malo ser diferente a mí ni es bueno ser como yo. Lo único inaceptable para mí es ser imbécil.
Paso por alto lo de calificarme de imbécil puesto que yo también me he excedido contigo en el pasado y entiendo que estés molesta conmigo (yo también lo estaría). A partir de ahora me expresaré con moderación y sin insultos.
ResponderEliminarQuisiera hacerte una pregunta si me haces el favor de responderla: Vi hace poco la película "Los descendientes" pues la emitieron en Telecinco y no entiendo (como ya me ha ocurrido bastantes veces) tu crítica de esta película: ¿Me puedes explicar por qué el argumento no te resulta creíble y por qué son para ti tan repulsivas (o repelentes) las hijas del protagonista? ¿Qué tienen exactamente de malo? A mí la película me gustó, no es ninguna obra maestra (¿qué película lo es hoy día?) pero se puede ver bastante bien.
Gracias.
Uffff, me preguntas por una peli que vi hace más de un año y que, sinceramente, dejó poca huella en mí.
ResponderEliminarEn fin, he releído mi crítica y creo recordar que era un rollo macabeo sobre una tía moribunda que tenía un amante y su marido y sus hijas lo descubren y van a buscar al amante para decirle que la señora la está palmando. Y además del ridículo argumento creo recordar también que había almíbar y pastel para dar y vender y que las niñas protagonistas me hicieron vomitar. Por qué? Pues yo qué sé, porque soy muy sensible con los excesos de azúcar y con la gilipollez.
Pero vamos, que si a ti te gustó me parece estupendo. En el cine, como en la guerra y el amor, vale todo y para gustos, colores.
Ah, y lo de imbécil no iba por ti; era una generalización. En mi opinión lo peor que se puede ser en este mundo es imbécil, sencillamente. No te lo tomes como algo personal.