martes, 12 de agosto de 2014

El ladrón (The robber), by Benjamin Heisenberg

Ésta es la apasionante historia de un corredor de maratones que se entretiene robando bancos mientras lleva a cabo sus duros entrenamientos. Salgo a correr por el monte, a mitad de camino me pongo una careta, cojo prestado el coche de algún señor que encuentre por ahí y entro en una sucursal, pido amablemente al cajero que suelte la pasta, la meto en mi mochila, y hala, otra vez a correr monte arriba y monte abajo. No está mal pensado, eh? Yo estoy ahí, dándole vueltas al tema; le veo muchas posibilidades.

Aparte de esta fascinante doble vida, es interesante la peculiar personalidad del sujeto. Lo que más flipa es que la expresión del tipo es casi tan uniforme durante toda la película como la propia máscara que usa para sus atracos. La misma cara cuando roba, cuando corre, cuando folla o cuando toma una cerveza con su agente de la condicional. Ni una simple mueca, ni una sonrisa, ni un gesto de dolor... nada de nada. Se trata probablemente de una personalidad trastornada, porque además en ningún momento se entienden las motivaciones del protagonista. No las de corredor, eso lo puede entender cualquiera que practique el running; lo que resulta más enigmático es por qué roba sistemáticamente, una y otra vez, casi de forma compulsiva, porque no parece tener necesidades económicas para hacerlo. Parece como un hobby o algo así, una afición "rarita", una especie de vicio.

En fin, el director alemán Benjamin Heisenberg nos cuenta esta historia, basada en hechos reales, sobre un personaje que por lo visto en Austria, su país, fue todo un mito. El colega ganaba todas las maratones a las que se presentaba, era un auténtico fenómeno de la naturaleza, un obseso de la superación... y además un caco casi infalible.

Heisenberg mezcla lo que es una peli de acción al uso con un interesante estudio psicológico del personaje, y lo cierto es que le sale algo bastante bueno. A ello contribuye el excelente trabajo del intérprete principal, Andreas Lust, que a pesar del ahorro manifiesto en expresividad facial, consigue transmitir perfectamente las tensiones internas del personaje. No es la cara del tío lo que aquí interesa sino que, como buen atleta, todo lo expresa a través de su cuerpo; con sus movimientos muestra el miedo, el dolor, el cansancio, la satisfacción de la victoria... todas sus emociones. En fin, sin duda una gran película, muy recomendable.

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