viernes, 1 de agosto de 2014

Sobrevivir a Picasso, by James Ivory

Comentaba Javier Marías recientemente en un artículo la proliferación en los últimos tiempos de biografías de personajes famosos, tanto literarias como en cine, en las que se pretendía destrozar la reputación del personaje en aras de una supuesta “verdad” contada por vete tú a saber quién.

En fin, yo no voy a poner en duda esta visión de Picasso como un tipo ególatra, machista, cabrón, al que le encantaba que las mujeres se pelearan por él y que decía cosas tan gilipollescas como “si me quieres de verdad matarías por mí”. Es muy probable que realmente fuera así, pero lo que más me llama la atención es que sus supuestas “víctimas” en esta película quedan bastante peor que él. Porque vamos a ver, qué se puede pensar de tías que dicen cosas como las siguientes:

“Destrozó mi vida, y supe que después de Picasso no había nada”.

“Le he dado todo, no he tenido en años un solo día libre, me trata como una mierda, pero… es la única manera de estar cerca del genio”.

“Te pasará como a todas, te absorberá y te convertirás en su esclava”.

“Me haga lo que me haga, seguiré a su lado, cuidando de él, hasta mi último suspiro”.

En concreto, la protagonista de esta película a los 20 años conoce a Picasso cuando éste es un abuelote sexagenario, y a pesar de comprobar directamente in situ cómo putea a sus otras mujeres y juguetea con ellas como si de pequeñas mascotas se tratara, se enamora locamente del señor y luego, cuando le toca la hora de ser ella la puteada se sorprende una barbaridad y se queda pasmada sin saber cómo le puede estar pasando algo así.

En fin, James Ivory se apunta a esta moda de destrozar famas de personajes históricos con esta historia de victimismos femeninos que sí que arrastra una carga machista importante, porque quien es capaz de considerar a las mujeres tan sumamente imbéciles como aparecen en este filme no puede ser sino un asqueroso machista.

Para ello cuenta con un Anthony Hopkins bastante bien caracterizado pero muy poco convincente en su papel de tirano opresor de ingenuas e indefensas damiselas. O al menos yo la impresión final que saco es que el pobre Picasso fue un desgraciado que estuvo toda su vida rodeado de incompetentes, parásitos y mujeres abducidas por su genial personalidad que muestran una sumisión rayana en la esclavitud. En definitiva, todo lo contrario de lo que el director pretende.

Y no es que yo sea una fan incondicional del pintor malagueño, ni mucho menos; es más, ni entiendo ni me gusta buena parte de su pintura… pero la verdad es que terminó dándome penita, rodeado de tías gilipollas y calientes como perras dispuestas a matarse entre ellas por las atenciones del vejestorio. Jodeeeer, tuvo que ser una cruz vivir entre tanta tarada. Y encima todo el día quejándose a coro, protestando y echándole al pobre abuelillo la culpa de todas sus desgracias. Menuda panda de urracas. Don Pablo tuvo que terminar de ellas hasta el gorro.

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