Tenemos una serie de personajes completamente desquiciados, con un nivel de descerebramiento rayano en el surrealismo, que configuran una historia aún más desquiciada que los propios personajes. Hagamos un repasito:
LOS HERMANOS JANSEN. Un periodista homosexual y masoquista que vuelve al hogar paterno para escribir un reportaje sobre un preso condenado a la silla eléctrica. En la casa se reúne con su joven hermano, que se pasa el día echándose pajas como un loco en su habitación. Al gay, que lo interpreta Matthew McConaughey con esa “intensidad” que últimamente imprime a todos sus personajes, le dan unas palizas de muerte por sus aficiones sexuales, mientras que al hermanito, un Zac Efron caracterizado por su insulsez habitual, se le revolucionan las ya de por sí dislocadas hormonas cuando ve aparecer por su casa a una pirada cuarentona en minifalda de la que se enamora instantánea y perdidamente.
HILLARY VAN WETTER. El preso al que los hermanos Jansen creen injustamente condenado. Es, con mucho lo mejor de la película porque aparte de que lo interpreta con su acostumbrada solvencia un John Cusack que se come con patatas a todos los demás, es probablemente el único personaje que presenta alguna dosis de realismo, dentro del rol carcelario que le ha tocado. Es la bestia parda que se espera de él y no defrauda en ninguno de sus gestos y actitudes de bruto oficial.
CHARLOTTE. Es la cuarentona pirada de la que se enamora el joven Jansen. La muchacha se dedica a cartearse con presos de renombre y está decidida a casarse, aun sin conocerlo, con el bruto Hillary. La interpreta Nicole Kidman con la misma cara de palo botulinizado que acostumbra a lucir en sus últimos trabajos. Eso sí, las escenas más divertidas de la peli corren de su cuenta: la meada en la cara de Efron y la pajilla para disfrute y regodeo de su novio Hillary, con orgasmo incluído, no tienen precio ni desperdicio.
Lee Daniels, director de la sobrevaloradísima “Precious”, se deja caer con esta alucinante historia que está a medio camino entre el drama carcelario, la comedia negra y la locura almodovariana. De hecho he leído por ahí que el propio Almodóvar estaba interesado en dirigirla, y no me extraña porque le va como anillo al dedo, aunque tengo la impresión de que en sus manos la cosa hubiera quedado mucho más divertida y esperpéntica. Daniels da la impresión de no saber muy bien qué hacer con unos personajes que se le salen de madre y con una narración bastante kafkiana que le sobrepasa con creces.
LOS HERMANOS JANSEN. Un periodista homosexual y masoquista que vuelve al hogar paterno para escribir un reportaje sobre un preso condenado a la silla eléctrica. En la casa se reúne con su joven hermano, que se pasa el día echándose pajas como un loco en su habitación. Al gay, que lo interpreta Matthew McConaughey con esa “intensidad” que últimamente imprime a todos sus personajes, le dan unas palizas de muerte por sus aficiones sexuales, mientras que al hermanito, un Zac Efron caracterizado por su insulsez habitual, se le revolucionan las ya de por sí dislocadas hormonas cuando ve aparecer por su casa a una pirada cuarentona en minifalda de la que se enamora instantánea y perdidamente.
HILLARY VAN WETTER. El preso al que los hermanos Jansen creen injustamente condenado. Es, con mucho lo mejor de la película porque aparte de que lo interpreta con su acostumbrada solvencia un John Cusack que se come con patatas a todos los demás, es probablemente el único personaje que presenta alguna dosis de realismo, dentro del rol carcelario que le ha tocado. Es la bestia parda que se espera de él y no defrauda en ninguno de sus gestos y actitudes de bruto oficial.
CHARLOTTE. Es la cuarentona pirada de la que se enamora el joven Jansen. La muchacha se dedica a cartearse con presos de renombre y está decidida a casarse, aun sin conocerlo, con el bruto Hillary. La interpreta Nicole Kidman con la misma cara de palo botulinizado que acostumbra a lucir en sus últimos trabajos. Eso sí, las escenas más divertidas de la peli corren de su cuenta: la meada en la cara de Efron y la pajilla para disfrute y regodeo de su novio Hillary, con orgasmo incluído, no tienen precio ni desperdicio.
Lee Daniels, director de la sobrevaloradísima “Precious”, se deja caer con esta alucinante historia que está a medio camino entre el drama carcelario, la comedia negra y la locura almodovariana. De hecho he leído por ahí que el propio Almodóvar estaba interesado en dirigirla, y no me extraña porque le va como anillo al dedo, aunque tengo la impresión de que en sus manos la cosa hubiera quedado mucho más divertida y esperpéntica. Daniels da la impresión de no saber muy bien qué hacer con unos personajes que se le salen de madre y con una narración bastante kafkiana que le sobrepasa con creces.
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