Premisa 1: no me gustan los western.
Premisa 2: no me gustan los Coen.
Premisa 3: no me gustan las vísceras y odio a Tarantino.
Pues bien, una vez apuntadas estas tres premisas, tengo que confesar que no he leído la novela de Cormac McCarthy en la que se basa esta película, por lo cual no puedo saber qué parte es de su cosecha y qué parte es de los Coen Brothers, algo muy importante a la hora de hacer una crítica seria. Por ejemplo, no sé hasta qué punto el demencial peinado de Javier Bardem en su papel de sanguinario psicópata lo ideó McCarthy o es un estilismo fruto de la incontenible imaginación calenturienta de los brothers. Lo que sé es que con ese look infame su personaje no necesitaría ir armado hasta los dientes como de hecho va, puesto que cualquier persona mentalmente sana caería muerta ipso facto ante tan espantosa visión. Yo, desde luego, habría caído fulminada.
Y ya que estoy con Bardem, aprovecho para poner verdes a los que le dieron el Oscar al mejor secundario por su interpretación en este film. Sinceramente no entiendo que abrir mucho los ojos como si estuvieras muuuuy loco y mantener la faz pétrea sin ningún tipo de expresión pueda ser considerado un trabajo digno del premio más preciado, pero en fin, si le dieron unos años después a su señora el suyo por hacer aspavientos y chillar como una rata en “Vicky, Cristina, Barcelona”, pues qué quieres. Desde luego, lo mío con los Oscars es ya de vicio.
Luego, de entre todas las cosas que no entiendo de esta enigmática peli, hay una que me trae a maltraer; se supone que es una road movie porque se pasan todo el día persiguiéndose por carretera, pero al final parece que no hacen más que dar vueltas en torno a un sitio porque siempre terminan llegando al mismo motel, que parece el motel de “Psicosis” pero con un tío más tarado todavía. Qué significado oculto puede tener esto. No lo sé, puede que sea una alusión al eterno retorno, o una paranoia de los Coen o vete tú a saber. Yo entre eso y los pelos de Bardem estaba completamente flipada.
Y para remate de la pera, el personaje de Tommy Lee Jones, ese sheriff a punto de jubilarse que se pasa el día filosofando y haciendo reflexiones paranormales sobre el devenir de la vida y la muerte. Qué pinta ese tío ahí, qué hace. No sé, por qué a un pollo que va dejando cadáveres por ahí tutiplén, a un ritmo acojonante, a razón de media docena diaria, sólo lo persigue un viejo sheriff de un pueblucho perdido de la América profunda. Dónde está el FBI, dónde están los cuerpos especiales, yo qué sé, los marines, la aviación, un helicopterillo aunque sea, algo que dé a entender que a alguien más que a ese sheriff le preocupa que decenas de personas estén muriendo a manos de un asesino en serie.
En fin, y termino ya con la principal duda de todas las que me he planteado, que son muchas. A qué viene ese título, cómo que no es país para viejos. Y con los demás qué pasa. Pero si ahí da igual que seas joven o viejo, rubio o moreno, hombre o mujer, flaco o gordo… Si todo el que se pone a tiro del chiflado Bardem termina con un pedazo agujero en la cabeza o en mitad del estómago, con los sesos y las higadillas saliéndose por todas partes. Vaya mierda de título, vaya mierda de peli y vaya mierda de tiempo perdido una vez más con los dos tarados estos de los Coen. Ésta ya sí que sí es LA ÚLTIMA VEEEEEEZ! Palabrita.
Premisa 2: no me gustan los Coen.
Premisa 3: no me gustan las vísceras y odio a Tarantino.
Pues bien, una vez apuntadas estas tres premisas, tengo que confesar que no he leído la novela de Cormac McCarthy en la que se basa esta película, por lo cual no puedo saber qué parte es de su cosecha y qué parte es de los Coen Brothers, algo muy importante a la hora de hacer una crítica seria. Por ejemplo, no sé hasta qué punto el demencial peinado de Javier Bardem en su papel de sanguinario psicópata lo ideó McCarthy o es un estilismo fruto de la incontenible imaginación calenturienta de los brothers. Lo que sé es que con ese look infame su personaje no necesitaría ir armado hasta los dientes como de hecho va, puesto que cualquier persona mentalmente sana caería muerta ipso facto ante tan espantosa visión. Yo, desde luego, habría caído fulminada.
Y ya que estoy con Bardem, aprovecho para poner verdes a los que le dieron el Oscar al mejor secundario por su interpretación en este film. Sinceramente no entiendo que abrir mucho los ojos como si estuvieras muuuuy loco y mantener la faz pétrea sin ningún tipo de expresión pueda ser considerado un trabajo digno del premio más preciado, pero en fin, si le dieron unos años después a su señora el suyo por hacer aspavientos y chillar como una rata en “Vicky, Cristina, Barcelona”, pues qué quieres. Desde luego, lo mío con los Oscars es ya de vicio.
Luego, de entre todas las cosas que no entiendo de esta enigmática peli, hay una que me trae a maltraer; se supone que es una road movie porque se pasan todo el día persiguiéndose por carretera, pero al final parece que no hacen más que dar vueltas en torno a un sitio porque siempre terminan llegando al mismo motel, que parece el motel de “Psicosis” pero con un tío más tarado todavía. Qué significado oculto puede tener esto. No lo sé, puede que sea una alusión al eterno retorno, o una paranoia de los Coen o vete tú a saber. Yo entre eso y los pelos de Bardem estaba completamente flipada.
Y para remate de la pera, el personaje de Tommy Lee Jones, ese sheriff a punto de jubilarse que se pasa el día filosofando y haciendo reflexiones paranormales sobre el devenir de la vida y la muerte. Qué pinta ese tío ahí, qué hace. No sé, por qué a un pollo que va dejando cadáveres por ahí tutiplén, a un ritmo acojonante, a razón de media docena diaria, sólo lo persigue un viejo sheriff de un pueblucho perdido de la América profunda. Dónde está el FBI, dónde están los cuerpos especiales, yo qué sé, los marines, la aviación, un helicopterillo aunque sea, algo que dé a entender que a alguien más que a ese sheriff le preocupa que decenas de personas estén muriendo a manos de un asesino en serie.
En fin, y termino ya con la principal duda de todas las que me he planteado, que son muchas. A qué viene ese título, cómo que no es país para viejos. Y con los demás qué pasa. Pero si ahí da igual que seas joven o viejo, rubio o moreno, hombre o mujer, flaco o gordo… Si todo el que se pone a tiro del chiflado Bardem termina con un pedazo agujero en la cabeza o en mitad del estómago, con los sesos y las higadillas saliéndose por todas partes. Vaya mierda de título, vaya mierda de peli y vaya mierda de tiempo perdido una vez más con los dos tarados estos de los Coen. Ésta ya sí que sí es LA ÚLTIMA VEEEEEEZ! Palabrita.
Estimada Inma,
ResponderEliminarPues bien, una vez leída su labor crítica de este film y mi actualización estelar en él, he de confesarle que no he leído sus tres premisas que apunta, algo muy importante a la hora de leer una crítica seria.
Y ya que estoy con usted, aprovecho para decirle que con ese look infame que luce en su “interfaz” no necesitaría escribir absolutamente nada más puesto que cualquier persona mentalmente sana caería muerta ipso facto ante tan espantosa visión, por lo que no le pondría leer jamás nunca.
En fin, y termino ya con la principal duda de todas las que me he planteado, que son muchas. A qué viene ese título de este blog, cómo es que su dirección del blog es “malos tiempos para la lrica”. Y con la crítica qué pasa.
Saludos agradecidísimos,
Javier Bardem.
Qué barbaridad, se me está llenando el blog de celebrities. Como esto siga así voy a tener que habilitar una zona VIP.
ResponderEliminarAyyy, Javier, por muy profesional que seas, cómo pudiste dejar que te pusieran ese pelucón? Tú no te das cuenta de que eso queda ya para toda la vida en el imaginario colectivo y que nunca se podrá olvidar?
En fin, abade... digo, Javier, que encantadísima por tu amable visita. Ya sabes, siempre que quieras te puedes pasar por aquí, pero sin pelucones, con tu cabellera natural o lo que vaya quedando de ella después de tanto maltrato. Agur.
Mi estimada Sra.Ruiz de Julián; Aunque pudiera agradecer sus palabras en comentarios de otras entradas que ahora no sé poner en pie, no lo haré. Y no lo haré por una sencilla razón, me ha decepcionado. No sugiera, ni interprete, ni crea vislumbrar, no insinúe, no provoque a mi persona porque ésta que suscribe, LA ABADESA, tiene valor suficiente para llamar a las cosas por su nombre a cara descubierta, no necesita antifaz alguno, por lo que le pido de modo cortés que rectifique.
ResponderEliminarEn otro orden de cosas, si creyera en algún tipo de reencarnación no escogería yo a tal actor pudiendo ser la folclórica que todas llevamos dentro y que sólo usted intenta sacar.
La Abadesa, única y genuina.
Vais a volver loca entre todos a la pobre Inma, con tantos cambios de identidad, jajaja...Al final voy a ser yo la única persona real por estos lares (aparte de la anfitriona, claro); no pongo foto porque no quiero que tengáis pesadillas conmigo, jaja...
ResponderEliminarNo te preocupes, Alex, yo esta proliferación de fans repentina la llevo con garbo y filosofía. Y si me escribe un señor que se llama Javier Bardem no me cabe la menor duda de que es el auténtico Javier Bardem de toda la vida de Dios.
ResponderEliminarEs más, es que puedo visualizarlo perfectamente en su casa mandándome mensajitos mientras Pe lo mira arrobada desde un bonito sillón verde y los niños corretean por el jardín jugando con el perrito. Ayyy, es una imagen tannn idílica.
Sinceramente, no sé porque la señora reverenda abadesa insinúa que yo insinúo ciertas insinuaciones que en ningún momento he insinuado. La gente es muuuu mala, Alex. ;)
Madre del amor hermoso, cuánto zumbado.
ResponderEliminarA mí me gustó esa película.
A Javi lo que le pasa —sospecho yo— es que le jode que estés percutible y tengas las segundas mejores peras que hay por aquí (las primeras son las de esta menda, no lo dudes).
Posí, Suripanta, por aquí lo que hay es muuuucha envidia cochina, y no descarto en absoluto que esté motivada por mis espectaculares ubres. Pero a ver, las tengo y son mías en propiedad, no puedo renegar de ellas, no estaría bonito. Y además, como se suele decir, más sufre el que mira que el que enseña. Hala.
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