jueves, 15 de diciembre de 2011

Forrest Gump, by Robert Zemeckis

Anoche estuve viendo la adaptación teatral de la obra de Animalario sobre Urtain y me llamó la atención de qué manera un individuo que prácticamente bordeaba la subnormalidad consiguió convertirse en un ídolo de masas en la España de los 70. Ahora, en la España del siglo XXI, tenemos a otro personaje borderline como Belén Esteban convertida igualmente en icono popular: la princesa del pueblo. Se ve que no hemos cambiado demasiado.

En fin, esta introducción viene a que tampoco es de extrañar que un personaje como Forrest Gump sea tan popular, guste tanto al público y haya dado a Robert Zemeckis unos cuantos Oscars que no le han debido de venir mal, supongo. Está claro que en este mundo gustan los tontos; mucha gente debe sentirse identificada con ellos y gozar con sus triunfos, tal vez porque en el fondo sueñen con que a ellos les pueda ocurrir lo mismo.

Tú estás viendo esta peli y eres tonto de remate y, para más desgracia tuya, lo sabes. Y entonces ves a Forrest Gump, que es un tonto integral pero gana guerras, y gana maratones, y es condecorado por el presidente, y además folla con una tía buenísima, y es un empresario de éxito, y en todo lo que hace el tío va con una flor en el culo, así que todo le sale de puta madre. Guay: la vida es bella y lo mejor es ser tontodelculo.

Pero esto ya lo sabíamos de siempre. No hay más que ver quiénes nos gobiernan, quiénes son nuestros jefes, quiénes dirigen nuestros ejércitos, quiénes triunfan en los medios...  En realidad la vida está llena de Forrest Gumps. Tal vez por eso todo el mundo adora a Forrest Gump.

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