jueves, 15 de diciembre de 2011

Urtain (TV), by Andrés Luque

Animalario lleva al teatro la obra escrita por Juan Cavestany sobre la figura del mítico boxeador vasco Urtain y TVE regresa a su también mítico Estudio 1 con esta adaptación televisiva dirigida por Andrés Luque. Creo que es la primera vez que hago una crítica teatral, y para más inri, una obra teatral adaptada al lenguaje audiovisual. Esto es todo un reto. Para ellos y para mí

Tengo que decir que el teatro me gusta casi tanto como el cine y que estaba loca por ver esta premiadísima obra (9 premios Max nada menos). Naturalmente en cuanto me enteré de que la echaban por la tele tuve claro mi plan nocturno. Y no me defraudó.

La apuesta era arriesgada, como el propio teatro de Animalario. No se trata de un teatro tradicional, sino muy experimental, lleno de simbolismos y muy poco televisivo. Nada que ver con el Estudio 1 al que estábamos acostumbrados; esto no es Lorca ni Wilde ni Moliere. Como digo, mucho riesgo.

Al principio es chocante; da la sensación de que no va a funcionar. El planteamiento escénico es tan teatral que en la pantalla echa para atrás. Pero muy poco a poco te vas olvidando de esa pantalla y consigues entrar en el escenario con ellos y meterte en esa terrible historia que te están contando. Una historia que va de boxeo pero también de un país que te suena mucho.

La cosa empieza con el suicidio del boxeador y los tópicos de los titulares de prensa que lo anuncian. Y luego viene el cómo y el porqué de ese final-principio. Y vemos a un pobre desgraciado de la vida, todo fuerza y nada cerebro, un pedazo de carne con ojos pero también con manos que pegan. Y un país entero que lo adora, lo eleva a la categoría de ídolo de masas, le adulan, le manejan, le convierten en símbolo de la gran España, y él, que en el fondo no entiende nada, se deja querer y adular, y llega a creer que es alguien importante.

Como se suele decir, más dura es la caída. Por el ring que representa su vida pasan su amigo y manager (Alberto San Juan siempre en su punto), sus mujeres, sus colegas (qué grande Raúl Arévalo haciendo de Pedro Carrasco), los promotores de ese absurdo "deporte", cantantes de la época (no perderse a Raphael), políticos, artistas... Todos le adulan, todos le quieren, todos están ahí... hasta que dejan de estar. Y ese hombre, que apenas sabe hablar español y que ya tenía pocas luces antes de estar sonado, se hunde. Y ahí vienen todos los tópicos del principio: el muñeco roto, el árbol caído, el ídolo derribado, etc. etc.

Cae el telón. Y resulta que la cosa ha funcionado y que el riesgo merecía la pena. No sé si funcionaría con cualquier otra obra o con otro grupo, pero lo cierto es que Animalario, junto con el realizador Andrés Luque, han conseguido hacer teatro experimental en televisión. Y que al menos a mí me han convencido, me han conmovido y me han regalado dos horas mágicas en las que el salón de mi casa se ha hecho teatro.

No tengo ni idea de lo que dirá la crítica de esto; de momento soy la primera, así que en plan pionero, ahí va mi veredicto: notable alto.

Animalario, chapeau.

Hostia, se me olvidaba! Roberto Álamo genial. Pedazo de Urtain.

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