Confieso que tengo un problema con Derek Cianfrance, el afamado creador de “Blue Valentine”. Reconozco que el tío empieza bien sus historias, le valoro también la buena voluntad y la honestidad brutal en lo que cuenta, pero siempre me da la sensación de que se queda a medio gas, como contándonos algo que ya conocíamos, una perogrullada, vamos. Y si en “Blue Valentine” ya tuve esa desagradable sensación aquí es directamente un bofetón en plena jeta.
Me explico. La película tiene tres partes clarísimas: la parte Ryan Gosling (la mejor con diferencia), la parte Bradley Cooper (mucho más flojita) y la parte hijos (que es donde Cianfrance pierde el norte por completo).
En la parte Ryan Gosling es el actor el que lleva la voz cantante. Es uno de esos casos en los que la presencia rotunda del intérprete está por encima de la historia. Gosling vuelve a hacer de malo malote pero con ánimo de redención. Como suele ocurrir, elige la manera más tonta para redimirse y obviamente la caga, pero sólo con verle a él actuar ya compensa la relativa estupidez del argumento. Definitivamente Gosling se posiciona como uno de los actores más carismáticos del panorama actual.
La parte Bradley Cooper empieza bien, con una entrada impactante, una escena violenta que marcará la vida del protagonista. Pero de ahí no pasa, todo lo demás es mero trámite. Ya cuando empieza la historia de la corrupción policial y el modo en el que Cooper resuelve sus cuitas entra en barrena. Todo parece que lo hayamos visto antes, y de hecho lo hemos visto en mogollón de pelis que nos cuentan la misma mierda, y además mucho mejor.
Y luego llega la parte hijos, en la que se supone que hay una especie de justicia natural que dará un fin ejemplar a la historia. Los hijos cierran el círculo del cruce de caminos de los padres pero lo hacen siguiendo unas pautas de casualidades imposibles y de obviedades que dan siete patadas en el estómago. Todo se ve venir, todo resulta evidente, casi desde el momento en el que los dos chavales se encuentran se podría firmar el final, un final un tanto forzado además, porque las reacciones de los chicos son totalmente esquizoides. Teniendo en cuenta que el cachorro de Gosling se entera de quién es su padre diez minutos antes, es una paranoia aceptar ese desenlace justiciero.
En fin, lo dicho, buena voluntad pero una historia que va de más a menos, cuesta abajo y sin frenos. Por no hablar de algo que ya he visto mencionado en otras críticas pero que tengo que apuntar yo también: qué es eso de envejecer a Eva Mendes con un par de brochazos blancos en el pelo y otro par de ojerones en la cara. Y eso que es la única que envejece en 20 años, porque lo que es Cooper parece una tierna florecilla de principio a fin. Muy cutre todo, la verdad.
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