PASTEL PROTESTA SINDICAL MI JEFE ME EXPLOTA
Esta historia va de una tía que hace pasteles (sí, lo habéis adivinado, otro pastelazo al canto), y que pone a sus creaciones ingeniosos nombres que se le ocurren según su estado de ánimo.
Yo he llamado a este primer pastel “Protesta sindical mi jefe me explota” porque aunque la peli se llame “La camarera” la realidad es que la protagonista, además de eficiente camarera, es repostera, limpiadora y lo que surja, vamos, que la tía inventa pasteles, los hace y los sirve ella misma, además de lavar a posteriori todo el utillaje. Y encima le da tiempo para pasarse media vida colgada al teléfono. Es un verdadero prodigio laboral, pero desde el punto de vista sindical yo encuentro esta película muy peligrosa porque a los empresarios de hostelería les podría dar ideas, y no demasiado buenas.
PASTEL TODOS LOS TÍOS SON UNA PANDA CAPULLOS SIN REMEDIO
Mi segundo pastel lleva este nombre porque en la filosofía de la peli subyace la idea sumamente extendida de que los tíos, simple y llanamente por el hecho de ser portadores de ese caprichoso adminículo llamado pene, son completamente subnormales.
Y aun habiendo un trasfondo de verdad detrás, porque no es ningún secreto que el pene condiciona sobremanera el comportamiento de los señores, no es menos cierto que algunos de ellos intentan sobreponerse a esa presión fálica haciendo gala de una actividad intelectual de cierta enjundia. Bueno, pues éstos en la película no aparecen por ninguna parte.
PASTEL TODAS LAS TÍAS SOMOS MEGAGUAYS Y SUPERMOLONAS
En justa contraposición, las chicas de la peli son un amor: trabajadoras, decididas, inteligentes, cariñosas, buenas compañeras, valientes, intrépidas… Bueno, es cierto que entre ellas hay una algo tontorroncilla, curiosamente interpretada por la directora y guionista, Adrienne Shelly, pero es tan bondadosa y encantadora dentro de su estulticia, que se le puede perdonar prácticamente todo.
La película es un dechado de ese feminismo insoportablemente necio que eleva a las mujeres por su condición a una altura muy superior a la de los hombres, las convierte en dueñas y señoras de su vida, y a sus maridos y compañeros los reduce a meras comparsas cuyo peso hay que sobrellevar con la máxima paciencia posible.
PASTEL GALLARDÓN TODO POR EL CONCEBIDO NO NACIDO
Por último, el pastel Gallardón, es un verdadero canto a los derechos del concebido no nacido. La protagonista se queda embarazada al principio de la peli y se pasa todo el embarazo repitiendo a todo el que quiera escucharla que pasa del niño, que no lo quiere y que en cuanto dé a luz ya verá si lo da en adopción o cómo se deshace de él. Eso sí, de abortar nasti de plasti. Cuando sus amigas se lo mencionan ligeramente las mira como si fueran dos monstruos asesinos y les dice que ni pensarlo, que el derecho a la vida de la criatura es innegociable.
Me da la sensación de que éste es el verdadero trasfondo de la historia. Todo en ella va encaminado a demostrar al espectador que un embarazo, si tienes paciencia y lo llevas hasta el final, si eres buena y no abortas, te conducirá a una maravillosa y justa recompensa.
Las dos escenas finales sobrepasan con creces los límites de lo soportable. Todo lo que pasa después del parto es algo tannnnn sumamente panfletario y pastoso que no puede haber estómago humano que lo soporte. Ni siquiera un estómago de rata callejera acostumbrada a tragar de todo creo que podría aguantar esa sobredosis de filosofía barata pro-vida mezclada con pasteleo hiperglucémico de proporciones monumentales.
Y si tienes alguna duda sobre si ver o no esta guarrería no tienes más que mirar el cartel de la película, esa Keri Russell con su modelito amarillo limón, con encantadora sonrisa, portando la bandeja como si llevara en ella el secreto de la felicidad eterna. No en vano la actriz se tiró unos cuantos años interpretando a la insoportable Felicity, uno de los personajes más repulsivos y nauseabundos de la historia de la tele, con diferencia.
Esta historia va de una tía que hace pasteles (sí, lo habéis adivinado, otro pastelazo al canto), y que pone a sus creaciones ingeniosos nombres que se le ocurren según su estado de ánimo.
Yo he llamado a este primer pastel “Protesta sindical mi jefe me explota” porque aunque la peli se llame “La camarera” la realidad es que la protagonista, además de eficiente camarera, es repostera, limpiadora y lo que surja, vamos, que la tía inventa pasteles, los hace y los sirve ella misma, además de lavar a posteriori todo el utillaje. Y encima le da tiempo para pasarse media vida colgada al teléfono. Es un verdadero prodigio laboral, pero desde el punto de vista sindical yo encuentro esta película muy peligrosa porque a los empresarios de hostelería les podría dar ideas, y no demasiado buenas.
PASTEL TODOS LOS TÍOS SON UNA PANDA CAPULLOS SIN REMEDIO
Mi segundo pastel lleva este nombre porque en la filosofía de la peli subyace la idea sumamente extendida de que los tíos, simple y llanamente por el hecho de ser portadores de ese caprichoso adminículo llamado pene, son completamente subnormales.
Y aun habiendo un trasfondo de verdad detrás, porque no es ningún secreto que el pene condiciona sobremanera el comportamiento de los señores, no es menos cierto que algunos de ellos intentan sobreponerse a esa presión fálica haciendo gala de una actividad intelectual de cierta enjundia. Bueno, pues éstos en la película no aparecen por ninguna parte.
PASTEL TODAS LAS TÍAS SOMOS MEGAGUAYS Y SUPERMOLONAS
En justa contraposición, las chicas de la peli son un amor: trabajadoras, decididas, inteligentes, cariñosas, buenas compañeras, valientes, intrépidas… Bueno, es cierto que entre ellas hay una algo tontorroncilla, curiosamente interpretada por la directora y guionista, Adrienne Shelly, pero es tan bondadosa y encantadora dentro de su estulticia, que se le puede perdonar prácticamente todo.
La película es un dechado de ese feminismo insoportablemente necio que eleva a las mujeres por su condición a una altura muy superior a la de los hombres, las convierte en dueñas y señoras de su vida, y a sus maridos y compañeros los reduce a meras comparsas cuyo peso hay que sobrellevar con la máxima paciencia posible.
PASTEL GALLARDÓN TODO POR EL CONCEBIDO NO NACIDO
Por último, el pastel Gallardón, es un verdadero canto a los derechos del concebido no nacido. La protagonista se queda embarazada al principio de la peli y se pasa todo el embarazo repitiendo a todo el que quiera escucharla que pasa del niño, que no lo quiere y que en cuanto dé a luz ya verá si lo da en adopción o cómo se deshace de él. Eso sí, de abortar nasti de plasti. Cuando sus amigas se lo mencionan ligeramente las mira como si fueran dos monstruos asesinos y les dice que ni pensarlo, que el derecho a la vida de la criatura es innegociable.
Me da la sensación de que éste es el verdadero trasfondo de la historia. Todo en ella va encaminado a demostrar al espectador que un embarazo, si tienes paciencia y lo llevas hasta el final, si eres buena y no abortas, te conducirá a una maravillosa y justa recompensa.
Las dos escenas finales sobrepasan con creces los límites de lo soportable. Todo lo que pasa después del parto es algo tannnnn sumamente panfletario y pastoso que no puede haber estómago humano que lo soporte. Ni siquiera un estómago de rata callejera acostumbrada a tragar de todo creo que podría aguantar esa sobredosis de filosofía barata pro-vida mezclada con pasteleo hiperglucémico de proporciones monumentales.
Y si tienes alguna duda sobre si ver o no esta guarrería no tienes más que mirar el cartel de la película, esa Keri Russell con su modelito amarillo limón, con encantadora sonrisa, portando la bandeja como si llevara en ella el secreto de la felicidad eterna. No en vano la actriz se tiró unos cuantos años interpretando a la insoportable Felicity, uno de los personajes más repulsivos y nauseabundos de la historia de la tele, con diferencia.
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