Ésta es la bonita historia de una joven alemana que durante los turbulentos años de la II Guerra Mundial formó parte de un grupo de resistencia al régimen nazi llamado “ La rosa blanca”. Al parecer la película está basada en hechos reales y esta muchachita existió realmente, y según he leído, los diálogos se basan en las actas de los interrogatorios que se le hicieron en las dependencias policiales.
Sólo puedo decir que si esto es así y efectivamente los interrogatorios transcurrieron de esa manera, la policía hitleriana estaba compuesta por una panda de chapuceros ineptos y moñas de mucho cuidado. La muchacha se tira horas tomando el pelo a su interrogador de la manera más descarada sin que éste parezca tener la menor idea de cómo conseguir hacerla cantar. Vamos, que cualquier picoleto de nuestra flamante Guardia Civil tiene más recursos contra un delincuente común que este hombre, que supuestamente pertenecería a una de las policías más duras y crueles de la historia.
Ni una uñilla arrancada, ni un abrebotellas amenazante ni una simple torturilla de nada… nastis de plastas. Todo lo más un par de voces más altas que otras, alguna reprimenda de parvulario y, en el colmo de la crueldad, el foco del flexo dirigido a la cara de la pobre detenida.
Para que os hagáis una vaga idea reproduzco brevemente algo parecido a los interrogatorios que se ven en la peli:
“Señorita, cuándo va a decir usted la verdad? Le advierto que mi paciencia se está agotando.”
“ Comisario, le estoy diciendo toda la verdad. Yo no repartí esos panfletos”.
“ Ha de saber que hemos tomado las huellas dactilares de los panfletos y coinciden con las suyas”.
“ Ah, pues no sé cómo habrán llegado hasta ahí, qué quiere que le diga”.
“ Va a decirme usted que no sabe cómo han llegado sus huellas a esos papeles?”
“ Tal como se lo cuento, comisario”.
“ Y por qué llevaba usted un maletín vacío cuando fue detenida?”
“ Era para recoger la merienda de casa de mi abuelita, que vive al otro lado del bosque”.
“ Pretende que me crea que no llevaba las octavillas en el maletín?”
“ Así es, señor comisario. No llevaba nada porque era para guardar mi merienda.”
Y así durante horas, horas y horas. En la Alemania nazi, señores!
Vamos, que el Lute se habría dado con un canto en los dientes si le hubieran llevado ante estos señores para que le interrogaran. Yo, si alguna vez delinco, quiero que me interrogue la Gestapo, que me paso las preguntas por el papo.
Y esta patata obtuvo dos Osos de Plata en Berlín! Uno para el director, Marc Rothemund, y otro para la actriz Julia Jentsch. Vaya, como os lo cuento.
Y luego nos metemos con las pelis españolas sobre la guerra civil, cuando cualquiera de ellas es mil veces más creíble que esta alemanada. Virgen santa, lo que nos gusta flagelarnos!
Sólo puedo decir que si esto es así y efectivamente los interrogatorios transcurrieron de esa manera, la policía hitleriana estaba compuesta por una panda de chapuceros ineptos y moñas de mucho cuidado. La muchacha se tira horas tomando el pelo a su interrogador de la manera más descarada sin que éste parezca tener la menor idea de cómo conseguir hacerla cantar. Vamos, que cualquier picoleto de nuestra flamante Guardia Civil tiene más recursos contra un delincuente común que este hombre, que supuestamente pertenecería a una de las policías más duras y crueles de la historia.
Ni una uñilla arrancada, ni un abrebotellas amenazante ni una simple torturilla de nada… nastis de plastas. Todo lo más un par de voces más altas que otras, alguna reprimenda de parvulario y, en el colmo de la crueldad, el foco del flexo dirigido a la cara de la pobre detenida.
Para que os hagáis una vaga idea reproduzco brevemente algo parecido a los interrogatorios que se ven en la peli:
“Señorita, cuándo va a decir usted la verdad? Le advierto que mi paciencia se está agotando.”
“ Comisario, le estoy diciendo toda la verdad. Yo no repartí esos panfletos”.
“ Ha de saber que hemos tomado las huellas dactilares de los panfletos y coinciden con las suyas”.
“ Ah, pues no sé cómo habrán llegado hasta ahí, qué quiere que le diga”.
“ Va a decirme usted que no sabe cómo han llegado sus huellas a esos papeles?”
“ Tal como se lo cuento, comisario”.
“ Y por qué llevaba usted un maletín vacío cuando fue detenida?”
“ Era para recoger la merienda de casa de mi abuelita, que vive al otro lado del bosque”.
“ Pretende que me crea que no llevaba las octavillas en el maletín?”
“ Así es, señor comisario. No llevaba nada porque era para guardar mi merienda.”
Y así durante horas, horas y horas. En la Alemania nazi, señores!
Vamos, que el Lute se habría dado con un canto en los dientes si le hubieran llevado ante estos señores para que le interrogaran. Yo, si alguna vez delinco, quiero que me interrogue la Gestapo, que me paso las preguntas por el papo.
Y esta patata obtuvo dos Osos de Plata en Berlín! Uno para el director, Marc Rothemund, y otro para la actriz Julia Jentsch. Vaya, como os lo cuento.
Y luego nos metemos con las pelis españolas sobre la guerra civil, cuando cualquiera de ellas es mil veces más creíble que esta alemanada. Virgen santa, lo que nos gusta flagelarnos!
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