miércoles, 14 de septiembre de 2011

Serpico, by Sidney Lumet

Uno contra todos y todos contra uno. Serpico es uno y trino, como la santísima trinidad. Es uno porque es el único policía no corrupto de Nueva York, y es trino porque tiene que multiplicarse por tres para luchar: contra los muchísimos delincuentes que pueblan la ciudad que nunca duerme, contra sus propios compis polis y contra la petarda de su novia, que estando el hombre implicado en tantísimo jaleo, lo único que quiere es casarse y tener hijos. Un estrés total.

Serpico también pasa por tres momentos estéticos diferentes: el primero imberbe y repeinadito, la fase "polinovato"; el segundo con bigote y patillas, la fase "veocosasquenomegustan"; y por último, barba, bigote, melenón (por cierto fantástico, qué envidia de pelazo), y una extraña chepa que le va saliendo por segundos, la fase "jipidesengañaodelavida". Estos tres estilismos marcan los tres tiempos de la película: veni, vidi, vici.

Serpico es una historia chula, de polis buenos y polis malos (bueno, un poli bueno contra cienes y cienes de polis malos) pero tal vez algo manipuladilla. Nada, un poquillo, pero se hace notar. No sé, pero a esta servidora le cuesta creer que tooooda la policía de Nueva York allá por los 70 fuera pura carroña, exceptuando a ese carismático y trendingtópico personaje que es Serpico. Que soy una descreída? Pos fale. Pero vamos, que tampoco creo en la infalibilidad del papa y no pasa nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario