jueves, 18 de diciembre de 2014

De óxido y hueso, by Jacques Audiard

Ésta es la típica historia de amor entre perjudicados de la vida, entre gente sin suerte pero a la que de repente se le aparece la virgen y le dice tal que así: cariño, pide un deseo.

Que te quedas sin piernas un día de éstos? No pasa nada, llamas por teléfono a un tío que te dejó una vez su tarjeta, le dices que te has quedado sin piernas y el tío viene corriendo y te lleva a la playa a nadar y te dice que si no encuentras nada mejor siempre puedes follar con él, si le avisas con tiempo y está libre.

Que tu vida es una puta mierda y tú un pedazo de carne con ojos? No pasa nada, le pasas tu teléfono a una tía buena en una disco y luego ella ya te llamará cuando se quede sin piernas y nadie le haga ni puto caso, y tú por lo menos tendrás a alguien con quien follar aunque la tengas que llevar en brazos a todas partes y hacer de tripas corazón cuando tropieces con sus muñones.

Que tu novio desaparece así de sopetón y no vuelve a dar señal de vida? No pasa nada, ya le ocurrirá algo terrible alguna vez y se verá más solo que la una, y entonces tú aprovecharás la coyuntura para llamarle y decirle que cuente contigo, a lo que él contestará que por favor no le dejes nunca y tú le dirás que ni loca, que tú con él a muerte y que siempre estarás ahí.

Pero esto qué coño es, Jacques Audiard? Una excusa para que algún parafílico pueda fantasear con Marion Cotillard sin piernas? La coartada perfecta para mostrarnos la hipermusculatura del cachas Schoenaerts? Un sueño erótico en el que una tía buena por fin se entrega a ti gracias a que le sobreviene, bendito sea el Señor, una desgracia del copón? Un canto a la esperanza especialmente diseñado para tarados? Un canto a los tarados especialmente diseñado para que no pierdan la esperanza? Me lo expliquen.

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