No es la primera vez que en cine un espectador o un guionista o un director se mete en una película y se pone a interactuar con sus personajes. De hecho es un tema muy recurrente entre bastantes creadores. Para mí el maestro en estas lides es indiscutiblemente el Woody Allen de “La rosa púrpura de El Cairo”
Gabriele Salvatores nos cuenta aquí su propia versión de “Seis personajes en busca de autor” de Pirandello. En este caso es un guionista el que entra en contacto con la realidad que él mismo ha creado e incluso llega a enamorarse de una de sus invenciones. Llega incluso un momento en el que los personajes se cabrean con él porque ha planteado un final abierto para su película y ellos no están de acuerdo, así que se rebelan y le exigen un destino definitivo para cada uno de ellos de forma que sepan a ciencia cierta a qué atenerse.
En realidad es un mero divertimento, y como tal resulta divertido. No es una película inolvidable ni creo que tenga grandes pretensiones pero se ve con agrado. Y los personajes tienen incluso cierto puntillo almodovariano. No apta para incondicionales del realismo.
Gabriele Salvatores nos cuenta aquí su propia versión de “Seis personajes en busca de autor” de Pirandello. En este caso es un guionista el que entra en contacto con la realidad que él mismo ha creado e incluso llega a enamorarse de una de sus invenciones. Llega incluso un momento en el que los personajes se cabrean con él porque ha planteado un final abierto para su película y ellos no están de acuerdo, así que se rebelan y le exigen un destino definitivo para cada uno de ellos de forma que sepan a ciencia cierta a qué atenerse.
En realidad es un mero divertimento, y como tal resulta divertido. No es una película inolvidable ni creo que tenga grandes pretensiones pero se ve con agrado. Y los personajes tienen incluso cierto puntillo almodovariano. No apta para incondicionales del realismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario