Magnífico y durísimo documental en el que se muestra la vida y la impresionante obra de uno de los más importantes fotógrafos del mundo, el brasileño Sebastiao Salgado. Dirigida magistralmente por Wim Wenders y por el hijo mayor del fotógrafo, Juliano Ribeiro Salgado, la película se divide en tres etapas:
1ª etapa: América. En los inicios de su carrera, el fotógrafo comienza a viajar por los pueblos perdidos de América del Sur, captando la pobreza, las difíciles condiciones de vida y las costumbres de sus gentes. Las fotos constituyen un fiel relato de la miseria en la que viven estos pueblos de las montañas. Especialmente impresionantes son las imágenes de ataúdes con niños muertos, o las de esas curiosas tiendas multifuncionales donde lo mismo se alquilan ataúdes que se venden zapatos.
2ª etapa: África. El fotógrafo viaja al continente y se siente fascinado. Son, con diferencia, las fotos más duras: terribles hambrunas, sequías, guerras… Miles de niños esqueléticos, de ojos enormes, agarrados a los pechos vacíos y arrugados de sus hambrientas madres. Las imágenes son demoledoras, es difícil aguantar la mirada, dan ganas de volver la cabeza y mirar para otro lado, de taparse los ojos; es tan brutal que cuesta creer que la humanidad haya podido consentir algo así. Más adelante Salgado sigue en África pero en otra fase igualmente difícil, que titulará Exodus, en la que se centra en los campos de refugiados donde se hacinan y mueren a diario cientos de personas que huyen de las guerras y las hambrunas, siempre en busca de la tierra prometida, a la que invariablemente nunca llegan. Después de esta dura etapa Salgado entra en una fase de depresión y de decepción absoluta, deja de confiar en el ser humano y comienza a plantearse si merece la pena preservar una especie tan destructiva y tan desalmada.
3ª etapa: Tierra. Salgado consigue reconciliarse con el mundo a través de la naturaleza y de su compromiso con el medio ambiente. Primero vuelve a la granja paterna en Brasil y se embarca en un ambicioso proyecto para reconvertir el desolador paisaje en una selva tropical. Ayudado por su mujer, que siempre ha sido su principal colaboradora, acomete la reforestación de miles de hectáreas de desierto. Durante todo el tiempo sus fotografías registrarán este proceso. En sus siguientes viajes comienza a interesarse por los paisajes, la vida animal y las culturas indígenas. En el Polo Norte fotografía a los leones polares, las focas y los osos, pero también a los habitantes de esas zonas inhóspitas y casi inhumanas. Son fotos maravillosas que muestran lo grandiosa y fascinante que es la naturaleza pero en mi opinión no son ni la mitad de impactantes que las de su etapa africana.
En definitiva, la historia de una vida apasionante y rica en experiencias, con la particularidad de que todo lo que Sebastiao Salgado ha visto con sus ojos lo ha mostrado al mundo a través de su fotografía. Ha compartido sus experiencias, hemos conocido a la gente que él ha conocido, nos hemos metido en sus casas y en sus vidas, hemos ido a sus bodas, a sus bautizos y a sus funerales, los hemos visto nacer, enfermar y morir, y todo gracias a la gran pasión de este hombre por capturar el mundo a través del objetivo de su cámara. Gracias a Wim Wenders y a Juliano Ribeiro Salgado por darnos la oportunidad de conocer su vida y, sobre todo, su magnífica obra en este impresionante trabajo. No os lo perdáis.
1ª etapa: América. En los inicios de su carrera, el fotógrafo comienza a viajar por los pueblos perdidos de América del Sur, captando la pobreza, las difíciles condiciones de vida y las costumbres de sus gentes. Las fotos constituyen un fiel relato de la miseria en la que viven estos pueblos de las montañas. Especialmente impresionantes son las imágenes de ataúdes con niños muertos, o las de esas curiosas tiendas multifuncionales donde lo mismo se alquilan ataúdes que se venden zapatos.
2ª etapa: África. El fotógrafo viaja al continente y se siente fascinado. Son, con diferencia, las fotos más duras: terribles hambrunas, sequías, guerras… Miles de niños esqueléticos, de ojos enormes, agarrados a los pechos vacíos y arrugados de sus hambrientas madres. Las imágenes son demoledoras, es difícil aguantar la mirada, dan ganas de volver la cabeza y mirar para otro lado, de taparse los ojos; es tan brutal que cuesta creer que la humanidad haya podido consentir algo así. Más adelante Salgado sigue en África pero en otra fase igualmente difícil, que titulará Exodus, en la que se centra en los campos de refugiados donde se hacinan y mueren a diario cientos de personas que huyen de las guerras y las hambrunas, siempre en busca de la tierra prometida, a la que invariablemente nunca llegan. Después de esta dura etapa Salgado entra en una fase de depresión y de decepción absoluta, deja de confiar en el ser humano y comienza a plantearse si merece la pena preservar una especie tan destructiva y tan desalmada.
3ª etapa: Tierra. Salgado consigue reconciliarse con el mundo a través de la naturaleza y de su compromiso con el medio ambiente. Primero vuelve a la granja paterna en Brasil y se embarca en un ambicioso proyecto para reconvertir el desolador paisaje en una selva tropical. Ayudado por su mujer, que siempre ha sido su principal colaboradora, acomete la reforestación de miles de hectáreas de desierto. Durante todo el tiempo sus fotografías registrarán este proceso. En sus siguientes viajes comienza a interesarse por los paisajes, la vida animal y las culturas indígenas. En el Polo Norte fotografía a los leones polares, las focas y los osos, pero también a los habitantes de esas zonas inhóspitas y casi inhumanas. Son fotos maravillosas que muestran lo grandiosa y fascinante que es la naturaleza pero en mi opinión no son ni la mitad de impactantes que las de su etapa africana.
En definitiva, la historia de una vida apasionante y rica en experiencias, con la particularidad de que todo lo que Sebastiao Salgado ha visto con sus ojos lo ha mostrado al mundo a través de su fotografía. Ha compartido sus experiencias, hemos conocido a la gente que él ha conocido, nos hemos metido en sus casas y en sus vidas, hemos ido a sus bodas, a sus bautizos y a sus funerales, los hemos visto nacer, enfermar y morir, y todo gracias a la gran pasión de este hombre por capturar el mundo a través del objetivo de su cámara. Gracias a Wim Wenders y a Juliano Ribeiro Salgado por darnos la oportunidad de conocer su vida y, sobre todo, su magnífica obra en este impresionante trabajo. No os lo perdáis.
"Relámpago sobre el agua" 1980.
ResponderEliminarOído cocina. Por cierto, hola.
ResponderEliminarHola y perdón por mi parquedad, que parecía un poco misteriosa. Sigo habitualmente tu blog aunque no puntualmente. A veces con un par de semanillas de retraso, pero procuro llevarlo al día. Me gusta leerlo cuando me apetece partirme el ojal.
ResponderEliminarAyer me pareció una curiosa coincidencia que yo fuera a ver "Relámpago sobre el agua" y tú hubieras comentado "La sal de la tierra", y además sin decapitar a Wenders. He visto algunas pelis de él y me gustan. Ayer, despues de leer la sinopsis, tenía altas expectativas y me acordé de ti. Hoy... ¡ufff!... mejor la ves y luego comentamos. No seas dura conmigo, please, tómatelo como una consulta o un juego y no como una recomendación.
Y nada más, me alegra ver ese tipazo tan saludable que luces. Besos.
Hola, Vicente, me alegro de verte de nuevo por aquí cual hijo pródigo.
ResponderEliminarTe prometo que en cuanto pueda veré ese otro documental porque aparte de que me lo recomiendes tú, Wim Wenders me ha parecido un director muy interesante.
Y te prometo también ser buena y no meterme mucho contigo.