lunes, 22 de junio de 2015

Mi vida sin mí, by Isabel Coixet

“Mi vida sin mí” no es una obra maestra ni mucho menos, pero cuenta una historia interesante, de ésas que dan que pensar, que hace que el espectador casi inevitablemente se pregunte qué haría él en la situación de la protagonista. La cuestión es: si te dieran unos meses de vida, qué te gustaría hacer con ese tiempo?

Por lo que leo por ahí muchas críticas se dividen entre personas que están de acuerdo con las decisiones de la protagonista y personas que no. Hay quien considera aberrante e inmoral lo de ser infiel al marido cuando estás moribunda y hay quien lo considera genial, y en función de esto hay gente a la que no le gusta nada la película y otra gente que flipa.

Yo pertenezco al club de los que se apuntarían sin duda a volver a enamorarse antes de morir, aunque para ello tuviera que poner cuernos como estacas; es más, desde que vi la peli hace años tengo decidido que, llegado el caso, me gustaría hacer exactamente igual. Otra cosa es que tenga tanta suerte como la protagonista y encuentre al maromo de mis sueños el mismo día que me ponga a ello, que ya es casualidad (una casualidad muy Coixet, por cierto).

También me parece perfectamente lógico y razonable lo de grabar cosas para cuando las hijas vayan creciendo o lo de buscarle pareja al marido, porque a fin de cuentas será la persona que le ayude a cuidar de las niñas; es normal que la chica quiera asegurarse de que hace una buena elección. Creo que todas esas cosas yo las podría hacer exactamente igual y en ese aspecto me identifico totalmente con la protagonista.

Hasta aquí todo muy bien. Sin embargo... oh, sorpresa, no pertenezco en absoluto al club de fans de la película. Porque me cuesta muchísimo entender cómo funciona la protagonista emocionalmente. Su reacción al saber que va a morir, la extrema frialdad con la que toma sus decisiones, cómo asume prácticamente al instante su nueva situación, que es algo muy duro de asimilar, incluso para personas mucho mayores, cómo se sigue relacionando con su entorno como si no pasara nada… coño, tía, que la vas a palmar, reacciona!!!

Es como si dijera: "soy la única persona medianamente madura que conozco y sólo yo soy capaz de llevar esto con dignidad y compostura, así que mejor no se lo cuento a nadie más". Da hasta complejo la chica esta porque piensas que si a ti te dice el médico que te mueres de aquí a un mes y se te salta nada más una leve lagrimilla ya como que no estás a la altura de las circunstancias. Eres una débil mental porque no has sabido asimilar bien el fatal pronóstico. Y si encima no soportas llevarlo en soledad y se lo cuentas a alguien, aunque sea a tu mejor amigo, pues apaga y vámonos, ya eres una histérica de tomo y lomo. En fin, creo que el personaje es tan inverosímil que perjudica seriamente la credibilidad de la historia. Y ahí lo pierde todo.

Por lo demás, ese tono cargante y pretencioso que caracteriza la obra completa de Coixet no deja de notarse. Una lástima que Coixet sea siempre tan Coixet. O una suerte, para sus incondicionales.

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