- Oh, qué terrible momento, me he salido de mi cuento.
- Qué le pasa, señorita? La noto pelín contrita.
- Soy un dibujo animado y creo que me he extraviado.
- Se nota que a usted le sobra kilo y medio de zozobra.
- Espero a un príncipe azul que es guapo, majete y cool.
- No lo he visto en esta zona, tal vez esté en Barcelona.
- Pues tiene que darme un beso, en el cuento está para eso.
- Se lo puedo dar yo mismo, pues conozco el mecanismo.
- Pero usted no es de este cuento, aunque tenga ese talento.
- Mas beso perfectamente sin romper un solo diente.
- Me gusta usted, caballero, aunque no lleve sombrero.
- Quiere, pues, que yo la bese, o espera al príncipe ese?
- Béseme usted, ya que estamos, eso es tiempo que ganamos.
- La beso con mucho gusto, mas chocaré con su busto.
- Pues choque usted sin reparo, chocar no sale tan caro.
- Oiga, en su cuento de hadas se pueden hacer mamadas?
- Uy, no sé si es de rigor, preguntaré al escritor.
- No se preocupe, usted chupe, y si le entra algo escupe.
- Pero soy una princesa, y debo salir ilesa.
- Prometo que así será, chupe usted y lo verá.
- Este cuento queda raro con tantísimo descaro.
- No es tan raro, es vanguardista, es para gente muy lista.
- Pues si es así, caballero, chuparé con más esmero.
Dedico esta coña marinera que me ha inspirado la historia de Giselle a la maravillosa princesita Amy Adams y a la malvadísima bruja Susan Sarandon, que interpretan magistralmente a unos perfectos dibujos animados de cuento de hadas. Y por supuesto al director del invento, Kevin Lima, que me ha sorprendido muy positivamente con esta historia con tintes de parodia que derrocha fino humor y simpatía a raudales. Por fin, un producto Disney que consigue entusiasmarme. Más vale tarde que nunca.
- Qué le pasa, señorita? La noto pelín contrita.
- Soy un dibujo animado y creo que me he extraviado.
- Se nota que a usted le sobra kilo y medio de zozobra.
- Espero a un príncipe azul que es guapo, majete y cool.
- No lo he visto en esta zona, tal vez esté en Barcelona.
- Pues tiene que darme un beso, en el cuento está para eso.
- Se lo puedo dar yo mismo, pues conozco el mecanismo.
- Pero usted no es de este cuento, aunque tenga ese talento.
- Mas beso perfectamente sin romper un solo diente.
- Me gusta usted, caballero, aunque no lleve sombrero.
- Quiere, pues, que yo la bese, o espera al príncipe ese?
- Béseme usted, ya que estamos, eso es tiempo que ganamos.
- La beso con mucho gusto, mas chocaré con su busto.
- Pues choque usted sin reparo, chocar no sale tan caro.
- Oiga, en su cuento de hadas se pueden hacer mamadas?
- Uy, no sé si es de rigor, preguntaré al escritor.
- No se preocupe, usted chupe, y si le entra algo escupe.
- Pero soy una princesa, y debo salir ilesa.
- Prometo que así será, chupe usted y lo verá.
- Este cuento queda raro con tantísimo descaro.
- No es tan raro, es vanguardista, es para gente muy lista.
- Pues si es así, caballero, chuparé con más esmero.
Dedico esta coña marinera que me ha inspirado la historia de Giselle a la maravillosa princesita Amy Adams y a la malvadísima bruja Susan Sarandon, que interpretan magistralmente a unos perfectos dibujos animados de cuento de hadas. Y por supuesto al director del invento, Kevin Lima, que me ha sorprendido muy positivamente con esta historia con tintes de parodia que derrocha fino humor y simpatía a raudales. Por fin, un producto Disney que consigue entusiasmarme. Más vale tarde que nunca.
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