lunes, 22 de febrero de 2016

El olor de la papaya verde, by Tran Anh Hung

Nunca me pude imaginar que una película descrita por los críticos como lírica, poética, preciosista y destinada a espíritus nobles y sensibles me podía llegar a gustar tanto. A mí, que soy un cardo y que todo lo que suena a poesía me da un repelús que pa qué.

Pero así ha sido. Al principio ni fu ni fa, pero poco a poco la belleza de las imágenes, la lentitud de los movimientos, casi hipnóticos, me fueron atrapando y enamorando. Ufff, una sensación de paz y de serenidad. Lo juro. Como si me hubiera fumado un gran porro. Increíble pero cierto. Y todo a base de sencillas escenas domésticas:

- Un hombre que toca la mandolina.

- Una mujer que lo escucha mientras sirve el te.

- Un grillo que canta (en mi casa o en la película?)

- Una criada que arranca una papaya verde de un árbol (sé que es una papaya por el título de la película, pero igual podía haber sido un pepino).

- Hormigas que arrastran pacientemente su alimento.

- La niña que observa los avances de las hormigas.

- El niño que las caza y las mata con cera de las velas.

- El otro niño que se va meando en los jarrones de porcelana.

- La abuela que reza en su altar y humilla a la nuera.

- El viejo que está enamorado de la abuela.

- La criada que sale y entra silenciosa de las habitaciones.

- El joven pianista que se va enamorando poco a poco de ella.

En realidad en la película no pasa nada pero pasa de todo.

Pues sí, me gusta este director vietnamita, Tran Anh Hung, me lo apunto.

Y Miu de niña, preciosa y comestible Lu Man San.

No, si… a que al final voy a ser una pedazo de moñas?



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