Hay algo que no me cuadra en esta historia. Vamos a ver, tú te casas con un general mexicano. Un general mexicano con todas las características típicas de un general mexicano: machista, posesivo, autoritario, poco respetuoso con la vida humana, mujeriego, bebedor, de gatillo ligero... Pues eso, un general mexicano. Vale, pues ahora intenta imaginar a ese general mexicano soportando estoicamente que:
Su señora le contradiga constantemente delante de otras personas.
Su señora le ponga los cuernos ostensiblemente y sin tapujos.
Su señora le diga a todas horas lo que tiene que hacer y lo que no.
Su señora se niegue a follar con él cuando a ella no le apetece.
Su señora le reproche con bastante mala leche que tenga amantes.
Su señora babee en público cual perra en celo mirando a otros tíos.
Su señora desaparezca en un baile y se vaya a retozar con otro señor.
Su señora se relacione amistosamente con sus enemigos políticos.
Su señora cante en las fiestas a lo Marilyn mirando fijamente a los ojos de su amante.
Y todo esto sin levantarle ni una vez la voz ni mucho menos soltarle una sola hostia a la muchacha.
Pues no me cuadra. Por mucho menos que eso, hombres bastante menos aguerridos, brutos y machotes que el general hubieran inflado a hostias a sus señoras, mucho más si nos situamos en los años 30, en los que los derechos de las mujeres ni existían ni se les esperaba.
Y en cambio este general se lo toma todo con una pachorra realmente digna de admiración. Que me dejas en ridículo en público? Pos vaaale. Que haces y deshaces a tu antojo? Pos vaaaaale. Que te follas a medio México? Pos vaaaale. No sé, cuanto menos la cosa mosquea.
Creo que Roberto Sneider no consigue darle credibilidad a sus personajes. La historia es un culebrón con pretensiones políticas pero se queda en chascarrillo desde el mismo punto y hora en que el protagonista, ese general que arrasa por donde pasa y que no tiene el menor escrúpulo en quitar de en medio a todo el que le lleve un poquito la contraria, resulta que en casa es un blandiblú y un cantamañanas.
Vamos, que le falta nada más cantar la coplilla aquella de Carlos Vives: "Sí, sí, sí, este amor es tan profundo que tú eres mi consentida y que lo sepa todo el mundo". Hombreeeeeee, no!
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