sábado, 10 de agosto de 2013

Fracture, by Gregory Hoblit

Os cuento. Anthony Hopkins hace de un ingeniero aeronáutico superingenioso que mata a su señora y decide que le va a tomar el pelo un poco al fiscal encargado del caso. En realidad, vuelve a hacer por enésima vez de Hannibal Lecter, sólo que aquí en lugar de cenarse a sus contrincantes se los merienda. Por lo demás, la misma cara, los mismos ojillos picarones y la misma mala leche. Hopkins yo es que ya no sé si sabe hacer otra cosa.

Ryan Gosling, alias el Bello Gosling, hace de fiscal. Guapo, ambicioso, pijo, chulillo y descarado. Luego nos enteramos de que es de procedencia humilde y ha llegado hasta ahí a base de becas y talento. Además le espera un puesto en el bufete de abogados más prestigioso de la ciudad, pero antes tendrá que enfrentarse a su último caso como fiscal. Contra quién. Pues cómo no, contra Hannibal Lecter. Y como se ve que el muchacho estaba estudiando como un campeón cuando "El silencio de los corderos" no se enteró en su día de que Lecter es más chulo que un ocho y que siempre gana.

Hasta aquí todo va bien y la peli hasta tiene pinta de ser interesante. Obviando un poco las trampillas del guión y haciendo como que no nos damos cuenta de cómo nos toma el pelo Gregory Hoblit, podría haber funcionado. Pero hete aquí que Hoblit, supongo que para alargar metraje y que la cosa no se le quede en un corto largo, nos mete una historia paralela completamente demencial de amor-sexo que, además de estropear el conjunto, es tan ridícula que da una vergüenza ajena que, oye, yo hasta me ruboricé. Lo prometo.

Resulta que el fiscal Gosling llega a una fiesta en la que le van a presentar a sus compañeros de nuevo bufete y se le acerca un pibón impresionante que, oh sorpresa, resulta ser su futura jefa. Se hacen ojitos, se tocan compulsivamente el pelo, a él se le pronuncia la nuez y lo que no es la nuez, a ella los pezones se le empitonan... Caso de atracción a primera vista de manual. Primer sonrojo.

Segundo y definitivo sonrojo: por supuesto el fiscal aspirante a picapleitos millonario se acuesta una vez con la jefa, ella se cuelga ipso facto y le invita a pasar con su familia el día de Acción de Gracias, que, para entenderlo, sería como una especie de comida navideña. O sea, eres una tiburona del derecho, eres la hostia, has llegado hasta ahí a base de ser una tía dura, implacable y sin escrúpulos, y vas y te acuestas sin pensártelo dos veces con un tipo que va a ser tu subordinado, encima te cuelgas en el primer polvo, lo llamas incansablemente como una vil petarda y para remate de la pera lo invitas a la comida familiar más importante del año con tus padres y hermanos... En fin, que ya me puse tan colorada con lo de la comida de Acción de Gracias que del resto de la peli ni me enteré. Y todavía no lo he superado, eh? Que sigo como un tomate y ha pasado un buen rato.

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