Rizando el rizo, Gary Fleder supera el tema “asesino en serie” y nos presenta la figura del “secuestrador en serie”, una nueva modalidad de delincuente que no es frecuente por la cantidad de inconvenientes prácticos que plantea esta afición. Me explico:
Por ejemplo, hay que gozar de una economía muy saneada para poder alimentar y satisfacer las múltiples necesidades de tan amplio grupo de “invitadas”. No las conté bien pero calculo que nuestro secuestrador en el momento en el que lo conocemos tiene a unas 12 chicas en casa; eso no es un secuestrador, hosstia, eso es un hogar de acogida. Habrá pensado ese guionista en la cantidad de pasta (en ambos sentidos, el monetario y el nutritivo) que se necesita para la manutención de semejante familia? Si tengo yo nada más que tres hijos y una caja de leche me dura cuatro días, con una docena de señoritas cuántas cajas de leche necesita ese hombre, santo cielo? Y encima que si unas la toman desnatada, otras semidesnatada, otras de soja, otras con Omega 3. Así no se puede delinquir, eso es una ruina absoluta.
Por no hablar de la cuestión higiénica y estética. Abastecer a ese grupo de sus correspondientes champús para todo tipo de cabello, con sus acondicionadores y sus mascarillas capilares, el serum fortificante… los geles de baño y ducha para distintos tipos de piel, las cremas corporales y las del cutis y las de manos, que cuestan todas ellas un pastizal… Y ahora suma y sigue con los cosméticos: barras de labios, gloss, máscaras de pestañas, bases de maquillaje, prebases, antiojeras, perfiladores… en fin, todo el aparataje que las mujeres necesitamos simplemente para poder levantarnos de la cama.
Y luego échale la ropa, la de casa, la de cama, la de salir no porque las muchachas salen poco, pero tendrán que abrigarse en invierno y estar fresquitas en verano, no? Definitivamente el oficio de secuestrador en serie no es asequible para todas las economías. Menos mal que siempre hay por ahí un Morgan Freeman para liberar a esta gente de las obligaciones que se echan tan tontamente. Si no es por él este pobre hombre hubiera terminado completamente en la miseria.
Por ejemplo, hay que gozar de una economía muy saneada para poder alimentar y satisfacer las múltiples necesidades de tan amplio grupo de “invitadas”. No las conté bien pero calculo que nuestro secuestrador en el momento en el que lo conocemos tiene a unas 12 chicas en casa; eso no es un secuestrador, hosstia, eso es un hogar de acogida. Habrá pensado ese guionista en la cantidad de pasta (en ambos sentidos, el monetario y el nutritivo) que se necesita para la manutención de semejante familia? Si tengo yo nada más que tres hijos y una caja de leche me dura cuatro días, con una docena de señoritas cuántas cajas de leche necesita ese hombre, santo cielo? Y encima que si unas la toman desnatada, otras semidesnatada, otras de soja, otras con Omega 3. Así no se puede delinquir, eso es una ruina absoluta.
Por no hablar de la cuestión higiénica y estética. Abastecer a ese grupo de sus correspondientes champús para todo tipo de cabello, con sus acondicionadores y sus mascarillas capilares, el serum fortificante… los geles de baño y ducha para distintos tipos de piel, las cremas corporales y las del cutis y las de manos, que cuestan todas ellas un pastizal… Y ahora suma y sigue con los cosméticos: barras de labios, gloss, máscaras de pestañas, bases de maquillaje, prebases, antiojeras, perfiladores… en fin, todo el aparataje que las mujeres necesitamos simplemente para poder levantarnos de la cama.
Y luego échale la ropa, la de casa, la de cama, la de salir no porque las muchachas salen poco, pero tendrán que abrigarse en invierno y estar fresquitas en verano, no? Definitivamente el oficio de secuestrador en serie no es asequible para todas las economías. Menos mal que siempre hay por ahí un Morgan Freeman para liberar a esta gente de las obligaciones que se echan tan tontamente. Si no es por él este pobre hombre hubiera terminado completamente en la miseria.
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