jueves, 8 de mayo de 2014

Mamá, by Andrés Muschietti

ESCENA PRIMERA

Un señor llega a su casa muy nervioso, coge de muy mala manera a sus dos niñas y las mete en el coche. Está nevando y el tío va todo follado por la carretera; naturalmente se pegan una hostia bastante gorda, aunque los tres salen milagrosamente ilesos. Luego recorren un bosque y llegan a una cabaña abandonada, con más mierda que el palo un gallinero.

Sin que sepamos a cuento de qué el padre saca una pistola y se dispone a pegarle un tiro a la niña mayor, no sin antes quitarle las gafas a la chiquilla, no sea que se rompan con el disparo, y entonces sale de detrás una cosa que parece una mancha, la música sube, sube, sube y sube, y de sopetón el padre desaparece. Bostezos.

ESCENA SEGUNDA

Han pasado unos años. El tito de las niñas encuentra la cabaña y se presenta con unas gafas graduadas con las dioptrías exactas de la chiquilla mayor, que se las pone y comprueba que ve perfectamente. Cómo ha sabido el tito la graduación de la nena? Ah, no sabemos.

La cámara se dirige a un rincón y vemos un montón de huesos de cereza. Suponemos que en los años en los que estuvieron perdidas las niñas se alimentaron de cerezas y admiramos la solidez y fortaleza del tracto intestinal de las pequeñas a la par que comprobamos que una dieta a base de cerezas es ideal para el crecimiento infantil. Sorprende igualmente la cuestión peluqueril, la mayor de las niñas con una melena rubia perfectamente cuidada y la peque con unos pelos demenciales que llevan años sin ver un peine. Por qué esta diferencia de trato capilar? Ah, no sabemos. La música sube y sube y sube mientras la mancha se mueve a su bola por la pared del fondo. Más bostezos.


ESCENA TERCERA

Las niñas se van a vivir con el tito y su novia y se dedican básicamente a comer cucarachas y mariposillas y a pintar dibujitos en las paredes. La habitación la tienen hecha unos zorros. La niña de las gafas duerme con las gafas puestas y la peque duerme debajo de la cama.

La novia del padre intenta abrir el armario pero la niña de las gafas le dice que ni se le ocurra, que ahí vive mamá. La habitación cada vez más zorruna. La música sube y sube y sube y sube y la mancha se mueve por ahí al ritmo del baile de San Vito. Nuevos bostezos, cada vez más profundos y sonoros, me asaltan sin remedio.

ESCENA CUARTA

Jessica Chastain, con un peinado superraruno, toca la guitarra y se va la luz. La niña pequeña come cucarachas en un rincón. La habitación sigue hecha unos zorros, ahí nadie limpia ni recoge nada, vaya tropa.

La mancha se acerca a la cámara y al verla más de cerca resulta ser Marilyn Manson. La música sube y sube y sube, y mi boca se abre, se abre, se abre y se abre, y cuando la mandíbula está a punto de desencajarse decido que ya he bostezado bastante y me voy a la cama. Adiós, mamá. Andrés Muschietti, por mí como si te la cascas.

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