miércoles, 6 de abril de 2011

La maldición del escorpión de jade, by Woody Allen

Vamos al cine a muchas cosas, pero buena parte del inmenso poder de este arte es su capacidad de abstraernos y sumergirnos en mundos diferentes, hacernos pasar buenos ratos, hacernos reir (ufff, qué difícil está esto últimamente), vendernos historias apasionantes, intrigarnos, meternos miedo... Pero una de las cosas que más nos gusta del cine es cuando después de ver una película nos queda esa media sonrisa tontorrona, que no es sólo por haber pasado un buen rato y haberte olvidado de tus problemas, sino que es reflejo de esa conexión íntima, personal e intransferible con el director y con los personajes.

Esto Woody Allen lo borda. Si no te gusta su cine, pues nada, pero si consigue conectar contigo te pasas todo el rato como si estuvieras de copas con tu mejor amigo y te estuviera contando una historia alucinante que le ha pasado. La vives con él, la sientes, te indignas a ratos, otros te meas de la risa... es eso, un ratito de compás con un colega. Ésa es la magia que él sabe crear.

Hay mucha gente que se pregunta cuál es el secreto de Allen para que sus fans seamos tan incondicionales (no tanto, eh? Que cuando la caga también estamos ahí para arrearle estopa). Pues está ahí, en que te convierte en su cómplice y te gustaría alargar la velada y tirarte horas y horas en compañía de ese pequeño gnomo cegatón que siempre es capaz de sorprenderte y muy raramente de aburrirte. Quieres ser su amigo, su hermano, su novia, su prima, su tía, miembro de su banda... no sé, algo que te permita seguir la juerga fuera de la peli. Igual luego es un imbécil, probablemente lo sea, pero es el imbécil que mejores ratos me ha hecho pasar en toda mi vida cinéfila.  Vamos, que es mi imbécil.

1 comentario:

  1. Podría dar muchos puntos positivos de esta historia, pero me centraré en el más interesante: la hipnosis, un aspecto que aquí es tratado con misterio y que le da a la historia un giro interesante sobre los personajes, similar al estreno de HBO El Hipnotizador. Vale la pena ver esta película, que sin duda te mantendrá cautivado de inicio a fin.

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