martes, 10 de mayo de 2011

Los chicos de mi vida, by Penny Marshall

Leo en una crítica sobre esta película lo siguiente:  "Joer, es que la chica lo tiene complicado; parece que haya alguna conspiración secreta o boicot para que la pobre chica no salga de la mugre, entre unos y otros le amargan la existencia, hasta su hijo se la tiene jurada."

A ver, chaval, quedarte embarazada por follar sin poner medios no es una conspiración; es bastante normal. Indica que eres una persona sana con un aparato reproductor normal.

Decidir además seguir adelante con el embarazo, a pesar de tener 15 años, tampoco es una conspiración. Es una decisión personal.

Casarte además con el padre del niño, que es un descerebrado de tomo y lomo, con poco apego al trabajo y mucho más al alcohol y las drogas tampoco es una conspiración. Esto también es una decisión personal porque al muchacho no se le veían muchas luces ya desde el principio.

Y todo lo demás que pasa en la película, que no lo voy a contar, es igual de poco conspiratorio que lo ya comentado. La auténtica conspiración aquí es genética: cómo se pudieron juntar tantos genes con taras para dar forma a semejante regalito de hija, tan completa ella: tonta, caprichosa, creída, egoísta, descerebrada, posesiva, irresponsable...

Y si el hijo se la tiene jurada es porque la madre es todas estas cosas y algunas más. Si yo hubiera tenido una madre así muy probablemente tampoco daría saltos de alegría. Tal vez incluso la hubiera terminado asesinando en un arrebato irreprimible de matricidio.

Una cosa en la que coinciden casi todas las críticas es en que la gente lloró viéndola. Yo no lloré pero a punto estuve. Perder tontamente el tiempo es algo que me irrita sobremanera el lagrimal.

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