Tenía yo ganas de ver el debut del nene Trueba en esto de la dirección, por aquello de comprobar si funciona eso del talento hereditario y tal. También reconozco que me gustaba el título; quién no ha pensado alguna vez que todas las canciones hablan de él/ella.
Bueno, he aquí mi veredicto: está claro que el chaval ha visto mucho cine y que conoce la técnica y el oficio. Tal vez incluso haya visto demasiado cine porque lo que ha intentado hacer aquí ha sido un popurrí de todo lo que ha visto y le ha gustado, y claro, le ha salido una cosa rara.
La peli es pretenciosilla; los diálogos, cargantes; la trama, lenta y aburrida; el guión, insustancial. Lo ha intentado poniéndole ganas y buena intención pero no le ha salido. De todas formas se deja ver y se adivina cierto talento en el chaval que, con un poco más de práctica y algo menos de engreímiento intelectual, puede que un día de éstos salga a la luz.
El prota, Oriol Vila, no convence y tiene casi la misma expresividad que la momia de Tutankamon; el hecho de que fuera nominado a mejor actor revelación en los Goyas 2010 habla por sí mismo de la deplorable deriva de estos premios patateros. Del resto de actores ni hablamos.
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