viernes, 25 de noviembre de 2011

Una historia de Brooklyn, by Noah Baumbach

Hummm, qué buena pinta! Premios en Sundance y Toronto; varias nominaciones a Oscars y Globos de Oro, estupendísimas críticas... Apuesta segura, no?

Bueno, pues no. Creía que nunca me quejaría en una crítica de esto, pero así es: demasiado corta. En apenas 80 minutos Baumbach pretende contarnos una ruptura conyugal y la serie de efectos secundarios que conlleva, sobre todo para los hijos. Con tanta compresión lo que consigue es mostrar un proceso absurdamente vertiginoso con el que nadie que haya vivido jamás una ruptura puede identificarse. Diálogos delirantes, escenas inconexas, unos padres que les cuentan a sus hijos adolescentes sus historias extraconyugales con pelos y señales, una custodia compartida a la soviética: 3 días a la semana los niños para ti, 3 días para mí y el que sobra, alterno. Pordiosssssss!

Eso sí; si para algo me ha servido verla es para reafirmarme en mi idea de que la custodia compartida es la aberración más gorda de la historia del derecho matrimonial. Disfrazado de logro social histórico, se nos pretende hacer ver que lo mejor para unos niños es pasarse la vida, maleta en mano, de casa en casa para pasar con cada uno de sus progenitores exactamente el mismo número de horas, minutos y segundos de la semana. No sea que alguno de los padres se pueda mosquear si el otro le saca un cuarto de hora.  Pues eso, delirante.

En cuanto a las interpretaciones, están por encima del nivel de la película. Laura Linney y Jeff Daniels cumplen con nota en su papel de padres egocéntricos y desequilibrados. Pero de todo el reparto sobresale la presencia de un jovencísimo Jesse Eisenberg, el chico protagonista de "La red social", que unos años antes de su gran éxito ya despuntaba. Atención a ese chaval.

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