jueves, 24 de octubre de 2013

Amor, by Michael Haneke

El título de esta película ya es de por sí pretencioso a más no poder: "Amor". Punto.

Llamar a una película "Amor" es casi como decir : "Voy a definir cinematográficamente el AMOR. Voy a hacer la gran película sobre el AMOR, la que en sí misma llevará inscrita, suscrita y prescrita la propia idiosincrasia del AMOR".

Y cómo lo hace nuestro Michael Haneke. Pues nos cuenta una historia de viejos. Porque los viejos conmueven, y no hay cosa que nos parezca más sincera y auténtica que el amor entre dos viejos que han pasado toda una vida juntos. Para la mayoría de la gente eso es el maximum del AMOR, la pareja de abuelillos que no puede vivir el uno sin el otro y que se profesan un sentimiento eterno e impreciso que roza lo sublime para el resto de los mortales que aún no hemos llegado a ese nivel.

Y lo flipante es que la pretensión de Haneke de hacer "la gran película sobre el AMOR" ha colado y que muchísima gente se lo ha tragado hasta el fondo. Oye, pues si Haneke lo dice y encima le ha puesto ese título a la película, será que esto es el AMOR.

Bueno, pues conmigo, por ejemplo, no ha colado. De hecho conmigo Haneke cuela poco generalmente. Yo voy a contaros exactamente lo que he visto, que no tiene nada que ver con lo que ha visto la mayoría de la gente en esta historia:

Yo he visto a dos viejos que se quieren como se quieren la mayoría de los viejos, con un querer rutinario y acomodaticio que hace la vida más segura y llevadera. Hay bastante complicidad entre ellos y un fuerte grado de dependencia mutua, como suele ocurrir en todas las relaciones largas. Si quieres llámalo amor. Personalmente creo que en este tipo de relaciones se mezclan con el amor otro tipo de sentimientos algo menos románticos, pero bueno, esto es sólo una modesta opinión.

El caso es que en un momento dado esta pareja se enfrenta a algo de lo más normal, sobre todo a su edad: la enfermedad. A mí lo que más me sorprende de toda la historia es la falta de preparación de ambos para asumir esto.  Y aquí es donde me falla toda la película.

Porque cualquier viejo de nuestro entorno está más familiarizado con la enfermedad que estas dos criaturas a las que parece que la vida no les haya pasado factura ninguna en este terreno. No saben lo que es una estancia en un hospital, no parecen ser conscientes de tener una edad en la que pueden ponerse bastante malitos, y sobre todo, a pesar de no faltarles los recursos económicos, están totalmente faltos de recursos emocionales y pragmáticos para afrontar el problema.

Todo en esta historia me suena irreal y forzado. Incluso pequeños detalles como el hecho de que los viejos no dispongan de una televisión en casa y ni siquiera la adquieran para entretener a la vieja cuando se queda imposibilitada en la cama.

Ya, ya sé que hablamos de Haneke y que para él la tele debe de ser una ordinariez como la copa de un pino, pero... la realidad es que la tele entretiene muchísimo a las personas que no pueden moverse de la cama. Y la radio. Y mira, ya puestos, los best sellers, que se leen casi ellos solos. Ya, ya sé que son cosas para el vil vulgo, pero es que... yo pertenezco al vil vulgo y no me cabe en la cabeza que alguien pueda estar todo el día tumbado en una cama sólo a base de Bach, Mozart y Beethoven.

Por eso alucino aún más cuando este tipo de pelis Hanekesianas tienen tanto éxito y la gente se vuelve loca con ellas. Oye, que vosotros sois vil vulgo igual que yo. Y vuestros padres y vuestros abuelos. Que casi todos sois de barrio, joder. Cómo es posible que este tipo os haya colado que vuestra vida se parece en algo a la de estos dos abuelos musicólogos, que no saben lo que es sentarse a ver una telenovela de sobremesa y que están dispuestos a pasar por el duro trance de la enfermedad y la muerte a base de sinfonías y sonatas.

Para terminar, nada que objetar a la interpretación de los dos personajes principales. Jean-Louis Trintignant y Emmanuelle Riva hacen exactamente lo que se espera de ellos: mostrarnos lo dura que es la enfermedad y dar mucha pena. Si fueran personajes reales yo desde aquí les daría unos cuantos consejillos prácticos:

1. Existen personas, sobre todo si dispones de medios económicos como es el caso, que pueden incluso quedarse a vivir internas en las casas para cuidar a las personas dependientes. Muchas de ellas son inmigrantes y lo hacen por sueldos bastante miserables, y no hay que llevar al enfermo ni al hospital ni a una residencia. Conozco un montón de casos, aunque se ve que Haneke no debe estar demasiado informado al respecto.

2. La tele y la radio, sí, es verdad, son medios de comunicación burdos y populacheros, pero oye, entretienen un huevo cuando alguien no puede moverse de una cama. Y siempre se puede seleccionar la programación, no hace falta ver cosas como  "La voz" o "Sálvame". Si eres muy sibarita se pueden ver sólo películas, por ejemplo. O deportes. O canales de cocina. O incluso sólo de música. La oferta en 2012, cuando se rodó esta película, ya era infinita. Sí, existe tele a la carta, aunque es muy posible que Haneke, en ese mundo particular en el que vive, no tenga ni idea de esto.

3. A unas malas, si no te convence pasar por una enfermedad degenerativa que te lleva directo a la muerte pasando por momentos muy desagradables, existen organizaciones a nivel internacional que te pueden ayudar a morir dignamente sin pasar todas las penalidades que te esperan. Ellos saben cómo hacerlo sin sufrimiento, sin dolor y sin repercusiones legales para tu familia. Si alguna vez desgraciadamente te ves en un caso parecido al de esta peli infórmate bien  y no hagas el gilipollas por tu cuenta. Haneke es un imbécil tocapelotas y no tiene ni puta idea de casi nada útil en esta vida.

Por cierto, mañana le dan a Haneke en Oviedo el Premio Príncipe de Asturias, y ha manifestado lo siguiente: "La responsabilidad de un director es no tomar al espectador por idiota". Sin comentarios.

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