jueves, 24 de octubre de 2013

Blue Valentine, by Derek Cianfrance

A favor de "Blue Valentine" hay que decir que:

1. Es una película que intenta ser honesta.

2. La pareja Ryan Gosling-Michelle Williams funciona de maravilla.

3. Plasma a la perfección lo que es el principio y el fin de una relación.

En contra sólo una cosa:

1. Intenta explicar lo inexplicable.

Intenta explicar lo que sólo responde a la naturaleza del amor mismo. El amor nace, crece, se reproduce o no, pero casi siempre muere. Y si no muere, se transforma en algo que se parece muy poco a la naturaleza de lo que nació.

Todo esto lo sabe cualquiera que haya estado enamorado alguna vez, aunque bueno, hay gente especialmente obstinada y pertinaz que pretende que sea siempre igual. Me refiero a ésos que intentan constantemente reavivar lo que ellos denominan la "llamadelamor". Ponerse ropa interior sexi, organizar cenitas románticas a la luz de las velas, o viajecitos de second honey-moon.

Esa gente resulta bastante patética porque intenta revivir lo que por su propia naturaleza sólo puede existir en un principio. El descubrir al otro, el sorprenderse con todas sus cosas, el admirarse de cada una de sus cualidades, el reírse de todas sus ocurrencias. Con el tiempo inevitablemente ya se ha descubierto todo, es difícil sorprenderse de nada ni mucho menos admirarse, y lo que un día fue divertido y novedoso en el otro termina siendo cansino, pesado e incluso a veces insoportable. Lo siento, es así. Le ocurre a todo el mundo y es tan ley de vida como la propia muerte.

Y por eso "Blue Valentine" al final resulta una película patética, tan patética como todas esas personas que intentan reavivar a toda costa la famosa "llamadelamor". Derek Cianfrance, repito, con toda la honestidad del mundo, intenta captar qué es lo que pasa en el entretanto, y se pierde en menudencias argumentales tales como: cada uno ha evolucionado de distinta manera, él se ha quedado un poco calvo, ella tiene más ambiciones, él se ha vuelto un gilipollas... Y hasta se permite hacer una sutil evaluación a mi modo de ver totalmente simplista: la culpable es ella, que no es capaz de valorar lo mucho que él la quiere.

La realidad es que lo que les ocurre hubiera ocurrido igual aun cuando hubieran evolucionado al unísono en la misma dirección, o él siguiera conservando su brillante cabellera rubia, o aun cuando ella no tuviera más ambición que la de ser feliz o aunque él siguiera siendo el tipo encantador que la encandiló. Y además, para más recochineo, en estas cosas no hay culpables. Pobre Cianfrance, intentando descubrir la piedra filosofal, y al final la única piedra que había era un peñasco donde estaba escrito: "Simplemente, amigo, el amor es así".

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