Si creías que lo habías visto todo sobre el Holocausto, te equivocabas.
En esta película vas a ver a judíos convenciendo a otros judíos para entrar a las cámaras de gas y desnudarse: "Venga, rápido, cuanto antes os duchéis antes podréis cenar y acostaros".
Y vas a ver cómo luego recogían los cuerpos y los arrastraban hasta los hornos crematorios, donde los empujaban al fuego. No sin antes extraerles las piezas dentales de oro y quitarles cualquier cosa de valor que pudieran tener. Después tenían que recoger las cenizas resultantes y arrojarlas al río. También tenían que limpiar las cámaras de gas para recibir al siguiente grupo.
Hay escenas tan duras que creo que nunca las podré olvidar. Y frases verdaderamente demoledoras:
Qué grande Harvey Keitel, el nazi alcohólico, diciéndole al médico judío que colabora con Mengele: "Yo admiraba a los judíos hasta que vi lo fácil que era convencerlos para hacer este trabajo. Entonces empecé a despreciarlos".
O el judío que le dice a la niña que sobrevive a la cámara de gas: "No sabemos de lo que somos capaces para sobrevivir. Somos capaces de todo. Uno olvida la persona que fue antes de todo esto, y que nunca volverá a ser".
Todo es mucho más fácil cuando en las pelis los nazis son los malos y los judíos los buenos. Es mucho más duro ver lo que nos muestra Tim Blake Nelson: a judíos golpeando a otros judíos o llevándolos al matadero, a judíos que requisan las pertenencias de los muertos y se ponen morados de comer y de beber a costa de ellos.
Y sin embargo hay momentos enternecedoras y llenos de heroísmo en esta historia de traidores:
Esa fuga que preparan, porque ellos saben que también los van a matar en poco tiempo y no están dispuestos a morir sin plantar cara. Por cierto, impresionante la breve aparición de Steve Buscemi.
O la increíble resistencia de las trabajadoras de la fábrica de municiones, torturadas sin tregua para que confiesen a quién le están pasando la pólvora que roban de la fábrica.
O cómo intenta el comando salvar a la niña, cómo arriesgan su propia vida por ella. La niña se convierte en un símbolo para ellos, lo que puede redimirlos de todo lo que se han visto obligados a hacer. Necesitan que ella sobreviva para salvarlos de sus infamias.
Estremecedora la voz en off de la cría contando la historia: "Nos decían que entráramos a ducharnos, que nos desnudáramos, luego recogían los cadáveres y los llevaban a los hornos para convertirlos en cenizas. Parte de esas cenizas se quedaban en el aire y se les adherían a la ropa, a la piel, al pelo, pero ellos se acostumbraban pronto y llegaba un momento en el que ni siquiera intentaban quitárselas de encima".
Creo que está todo dicho.
En esta película vas a ver a judíos convenciendo a otros judíos para entrar a las cámaras de gas y desnudarse: "Venga, rápido, cuanto antes os duchéis antes podréis cenar y acostaros".
Y vas a ver cómo luego recogían los cuerpos y los arrastraban hasta los hornos crematorios, donde los empujaban al fuego. No sin antes extraerles las piezas dentales de oro y quitarles cualquier cosa de valor que pudieran tener. Después tenían que recoger las cenizas resultantes y arrojarlas al río. También tenían que limpiar las cámaras de gas para recibir al siguiente grupo.
Hay escenas tan duras que creo que nunca las podré olvidar. Y frases verdaderamente demoledoras:
Qué grande Harvey Keitel, el nazi alcohólico, diciéndole al médico judío que colabora con Mengele: "Yo admiraba a los judíos hasta que vi lo fácil que era convencerlos para hacer este trabajo. Entonces empecé a despreciarlos".
O el judío que le dice a la niña que sobrevive a la cámara de gas: "No sabemos de lo que somos capaces para sobrevivir. Somos capaces de todo. Uno olvida la persona que fue antes de todo esto, y que nunca volverá a ser".
Todo es mucho más fácil cuando en las pelis los nazis son los malos y los judíos los buenos. Es mucho más duro ver lo que nos muestra Tim Blake Nelson: a judíos golpeando a otros judíos o llevándolos al matadero, a judíos que requisan las pertenencias de los muertos y se ponen morados de comer y de beber a costa de ellos.
Y sin embargo hay momentos enternecedoras y llenos de heroísmo en esta historia de traidores:
Esa fuga que preparan, porque ellos saben que también los van a matar en poco tiempo y no están dispuestos a morir sin plantar cara. Por cierto, impresionante la breve aparición de Steve Buscemi.
O la increíble resistencia de las trabajadoras de la fábrica de municiones, torturadas sin tregua para que confiesen a quién le están pasando la pólvora que roban de la fábrica.
O cómo intenta el comando salvar a la niña, cómo arriesgan su propia vida por ella. La niña se convierte en un símbolo para ellos, lo que puede redimirlos de todo lo que se han visto obligados a hacer. Necesitan que ella sobreviva para salvarlos de sus infamias.
Estremecedora la voz en off de la cría contando la historia: "Nos decían que entráramos a ducharnos, que nos desnudáramos, luego recogían los cadáveres y los llevaban a los hornos para convertirlos en cenizas. Parte de esas cenizas se quedaban en el aire y se les adherían a la ropa, a la piel, al pelo, pero ellos se acostumbraban pronto y llegaba un momento en el que ni siquiera intentaban quitárselas de encima".
Creo que está todo dicho.
No sé si te lo habrán dicho alguna vez pero tus críticas tienen algo bueno: son tan soporíferas que inducen al sueño al enfermo más grave de insomnio.
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