jueves, 17 de octubre de 2013

La zona gris, by Tim Blake Nelson

Si creías que lo habías visto todo sobre el Holocausto, te equivocabas.

En esta película vas a ver a judíos convenciendo a otros judíos para entrar a las cámaras de gas y desnudarse: "Venga, rápido, cuanto antes os duchéis antes podréis cenar y acostaros".

Y vas a ver cómo luego recogían los cuerpos y los arrastraban hasta los hornos crematorios, donde los empujaban al fuego. No sin antes extraerles las piezas dentales de oro y quitarles cualquier cosa de valor que pudieran tener. Después tenían que recoger las cenizas resultantes y arrojarlas al río. También tenían que limpiar las cámaras de gas para recibir al siguiente grupo.

Hay escenas tan duras que creo que nunca las podré olvidar. Y frases verdaderamente demoledoras:

Qué grande Harvey Keitel, el nazi alcohólico, diciéndole al médico judío que colabora con Mengele: "Yo admiraba a los judíos hasta que vi lo fácil que era convencerlos para hacer este trabajo. Entonces empecé a despreciarlos".

O el judío que le dice a la niña que sobrevive a la cámara de gas: "No sabemos de lo que somos capaces para sobrevivir. Somos capaces de todo. Uno olvida la persona que fue antes de todo esto, y que nunca volverá a ser".

Todo es mucho más fácil cuando en las pelis los nazis son los malos y los judíos los buenos. Es mucho más duro ver lo que nos muestra Tim Blake Nelson: a judíos golpeando a otros judíos o llevándolos al matadero, a judíos que requisan las pertenencias de los muertos y se ponen morados de comer y de beber a costa de ellos.

Y sin embargo hay momentos enternecedoras y llenos de heroísmo en esta historia de traidores:

Esa fuga que preparan, porque ellos saben que también los van a matar en poco tiempo y no están dispuestos a morir sin plantar cara. Por cierto, impresionante la breve aparición de Steve Buscemi.

O la increíble resistencia de las trabajadoras de la fábrica de municiones, torturadas sin tregua para que confiesen a quién le están pasando la pólvora que roban de la fábrica.

O cómo intenta el comando salvar a la niña, cómo arriesgan su propia vida por ella. La niña se convierte en un símbolo para ellos, lo que puede redimirlos de todo lo que se han visto obligados a hacer. Necesitan que ella sobreviva para salvarlos de sus infamias.

Estremecedora la voz en off de la cría contando la historia: "Nos decían que entráramos a ducharnos, que nos desnudáramos, luego recogían los cadáveres y los llevaban a los hornos para convertirlos en cenizas. Parte de esas cenizas se quedaban en el aire y se les adherían a la ropa, a la piel, al pelo, pero ellos se acostumbraban pronto y llegaba un momento en el que ni siquiera intentaban quitárselas de encima".

Creo que está todo dicho.

1 comentario:

  1. No sé si te lo habrán dicho alguna vez pero tus críticas tienen algo bueno: son tan soporíferas que inducen al sueño al enfermo más grave de insomnio.

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