jueves, 9 de febrero de 2012

Confessions (Kokuhaku), by Tetsuya Nakashima

Un thriller japonés. 50 millones de dólares recaudados. Superaplaudidísimo en Sitges. Esto había que verlo por fuerza. Y visto está. Más que visto, sufrido diría yo. Voy de tostón a tostón y tiro porque me toca. Si ayer fue la ópera prima de Scorsese hoy es el nipón este que me ha dejado a cuadros.

A ver cómo os explico yo esto sin destripar la historia. Lo primero que vemos es una escena larguísima de casi media hora en la que una profesora habla prácticamente sola en un aula mientras sus alumnos pasan de ella como de la mierda, se tiran papelitos, corren por la clase, se descojonan... en fin, muy edificante todo. Pero lo mejor es que la profesora está hablando, en un tono totalmente neutro, sin levantar la voz, sin ningún tipo de emoción, de su hija muerta un par de meses antes. Vamos, como si la cosa no fuera con ella. Y de repente va y suelta que dos niños de la clase han sido los asesinos y que piensa vengarse de ellos. Conste que no desvelo nada que no esté en la sinopsis.

Bueno, os podéis imaginar la paranoia. La tía contando esa historia, los nenes pasando de ella total, los asesinos en cuestión tan tranquilos, todo de una naturalidad alucinante. Como si esto pasara en las aulas japonesas un día sí y otro también. Oye, y lo mismo es así, y resulta que los niños nipones están todos como chotas y son intrínsecamente sociópatas, pero claro desde el punto de vista occidental estas cosas chocan una mijilla porque aquí los psicópatas afortunadamente son minoría y están como muy señalados y muy mal vistos.

Y sí, bueno, luego está la estética viodeoclipera esa tan del gusto nipón, las nubecitas que vienen y van, las cámaras que suben y bajan y se mueven constantemente como convulsionando... Éstos te pueden estar contando la biblia que todo lo hacen así, como si el mundo fuera un inmenso decorado diseñado para sus efectismos visuales.

La música fantástica, eso sí.  Sobre todo algún temazo de Radiohead como fondo de una de las escenas más truculentas. Esa parte mola.

Bueno, y el final también. No voy a revelar nada pero puedo decir que es lo único que de verdad tiene algún sentido de toda la película de psicópatas infantiles esta. Sólo por el desenlace y por un par de temazos musicales merece la pena verse.

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