martes, 21 de febrero de 2012

Winter's bone, by Debra Granik

La verdad es que yo no me entero de nada de esta película. No entiendo cómo es posible que una niña de 17 años con el padre en la cárcel y la madre incapacitada, esté cuidando de sus dos hermanos pequeños y sacando su casa adelante en condiciones más que precarias sin que los famosos servicios sociales que siempre aparecen en las pelis americanas digan ni mu ni se les vea el pelo por ninguna parte.

O bien nos tienen engañados como chinos y los servicios sociales no existen en los USA o bien en esta historia los obvian a conciencia para que podamos participar del tremendo dramatismo que supone verte a cargo de una familia en plena adolescencia sin tener recursos ni perspectivas ningunas de conseguirlos.

Tampoco entiendo muy bien las reacciones de los personajes a los que la niña pide ayuda para encontrar a su padre, por mucho que me digan que es que la América profunda es así. Vale que la gente sea hosca, poco habladora y con tendencia a la parquedad y a no meterse en líos pero de ahí a mostrar esa frialdad y esa indiferencia hacia el drama de la muchacha... pues no me cuadra en ningún tipo de sociedad; menos aún en un ambiente cerrado y autista como éste. Puede que a los extraños los rechacen y les hagan el vacío, pero a una vecina de toda la vida??

En fin, todo en el filme está traído por los pelos, y cuando digo todo me refiero a la poca acción que hay, que es prácticamente nula. Las charlas de la niña con los vecinos son totalmente rocambolescas y el desenlace más rocambolesco todavía y completamente inexplicable. No se entienden las reacciones ni los cambios bruscos de comportamiento; en realidad nada de lo que cuenta tiene sentido, ni los personajes están definidos ni actúan con un mínimo de coherencia... así que termina por aburrir y el interés decae por momentos.

Tampoco entiendo las alabanzas a la interpretación de la protagonista, Jennifer Lawrence. Como el resto de los actores se limita a poner cara de palo todo el tiempo y a soltar sin mover un solo músculo los escasos diálogos que le tocan. Y hablando de los diálogos, creo que Granik debería aprender a distinguir entre parquedad y mudez. Una película en la que el 80% de las intervenciones consisten en "Sí", "No", o "Vete" al cabo de media hora resulta pelín cansina.

Lo único que salvaría son un par de escenas de country casero. Como curiosidad más que nada. Eso de verte a una familia reunida en torno al hogar montándose una fiestuqui country, con su guitarrita y la abuelilla cantando, además en un lugar tan inhóspito y poco comunicativo, reconozco que mola. Es el contraste pintoresco y colorista entre tanta hosquedad.

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