Si yo tuviera que ponerle un subtítulo a esta película sería, parafraseando al ínclito Julio Iglesias, “De niña a putón”. En definitiva es la historia de una chica a la que su abuela y su tía intentan adiestrar en las artes de la seducción con el loable objeto de pillar un marido rico, preferentemente lo más tontorroncillo y manejable posible.
En realidad los que hablan de historia de amor y de romanticismo sinceramente no sé dónde han visto ni una cosa ni la otra, porque esto es simplemente un canto a la impostura y al artificio disfrazado de canto a la frescura, que se supone está representada en el personaje de Leslie Caron.
Un relato rancio, que huele a viejo, a alcanfor, con una estética acartonada (del estilo de la época, vamos) y que ha envejecido como el culo.
En general es algo que le pasa mucho al cine de Vincente Minnelli; es uno de esos directores a los que el tiempo ha tratado fatal. Que yo recuerde, salvo “El loco del pelo rojo”, la interesante biografía de Vincent Van Gogh, el resto cuando no dan pena dan risa y cuando no dan risa dan repelús, que es concretamente el caso de “Gigi”.
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