sábado, 23 de junio de 2012

Rebeca, by Alfred Hitchcock

Hacía muchísimos años que no veía Rebeca y tenía ganas de revisar el gran clásico, volver a Manderley y enfrentarme de nuevo a la helada expresión de la espeluznante señora Danvers, una de mis malas favoritas en la historia del cine. Pues bien, como me temía la revisión fue demoledora.

La película empieza genial, eso no se puede discutir: "Anoche soñé que volvía a Manderley" es también uno de mis inicios cinematográficos preferidos. Es genial también la sutil elipsis del nombre propio del personaje de Joan Fontaine a lo largo de toda la cinta, es el reflejo perfecto de su insignificancia.

Ahora bien, si para mí hay un personaje irritante en la historia del cine es ése justamente, el de la señora de Winter. Timorata a más no poder, apocada, sumisa hasta la exasperación... Sólo le falta pedir perdón por respirar. Esa carita permanente de carnero degollado, todo el tiempo encorvada, sacando chepa con la famosa rebequita... No puedorrrrrr!!!!

Dan ganas de inflarla a hostias, de atormentarla, de torturarla, de azuzar a la malvada señora Danvers para que la destroce, la despedace y la deje hecha un guiñapo, si es que se puede ser más guiñapo aún. La tía está pidiéndolo a gritos, qué espanto de mujer!

Definitivamente es uno de los personajes más abominables con los que me tropezado en mi largo cinefiliar. Frente a ella, esa maravillosa Judith Anderson comiéndosela en la pantalla, acojonándola con su sola mirada, llenando los espacios, perpetuando la presencia de Rebeca en el mundo de los vivos... qué pedazo de personaje y qué pedazo de actriz. Chapeau por ella. De hecho es lo único que me interesa en esta sarta de memeces que empieza con el inesperado e increíble "enamoramiento" de Maxim de Winter de la aborrecible Fontaine.

Lo siento por Sir Laurence, otro pedazo de actor de la hostia, pero que aquí le toca ese papelón vano y desvaído que roza el patetismo, mientras Anderson se lo come también a él con patatas, como se come todo lo que le pongan por delante.

Si tuviera que comparar esta historia y sus personajes con alguna historia real, Maxim de Winter sería el príncipe Charles, su actual esposa la desquiciada lady Di, y Rebeca sería la innombrable a la par que inolvidable Camille Parker. Yo sinceramente me quedo con el príncipe Charles, que prefería a la rotunda y malvada Camille mil veces antes que a la ingenua, bondadosa e insustancial lady Di.

A "Rebeca" la salva únicamente la presencia real de una mala malísima como Danvers y la presencia fantasmal del personaje que da nombre a la película. Lo demás... pura cáscara.

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