jueves, 5 de julio de 2012

El niño de la bicicleta, by Jean-Pierre Dardenne y Luc Dardenne

Comprobado. Es mi segunda experiencia Dardennne y ya puedo certificar que estos tíos tienen un esquema argumental y lo siguen a rajatabla, caiga quien caiga.

Releo mi crítica de su otra película, "El niño", y me doy cuenta de que perfectamente podría aplicarse a ésta. Por supuesto en las dos hay un niño titular, un niño al que te pasas toda la historia odiando, por gilipollas, egoísta, impresentable, cabronazo, etc... hasta que llega el final y no sabes cómo, el niño te ha llevado al huerto.

También hay en las dos historias un personaje femenino (novia en un caso, madre de acogida en el otro) que sufre los desplantes y putadas del pequeño cabrón pero que todo lo entiende y todo lo perdona; la mujer víctima, de infinita paciencia, que siempre mantendrá sus puertas abiertas para recoger los despojos del elemento.

Pero hay una sutil aunque importante diferencia entre este niño y el otro. La historia de aquél era creíble, la incondicional era su novia adolescente. Una novia adolescente puede dejarse putear, maltratar y engañar hasta la extenuación; ocurre a diario, lo vemos en los informativos día sí día también, es ese amor enfermizo que la mayoría no entendemos pero que ellas viven con una entrega total.

Sin embargo en "El niño de la bicicleta" tenemos que creer que una madre de acogida ocasional soporta estoicamente  todo lo que le echen con una sumisión y una abnegación inexplicables. Desobediencias contínuas, agresiones físicas, escapadas, rechazos... y nada, esta mujer todo lo entiende y todo lo acepta. Cosas que a muchos padres biológicos les haría sucumbir y mandar al niño a hacer puñetas ella las lleva con una resignación realmente difícil de creer.

De paso también cuesta creer otras muchas cosas: la extraña manera en la que el niño es repudiado por su padre, la súbita relación idílica entre el chaval y el chorizo del barrio, la permisividad de las autoridades...  Lo cierto es que los Dardenne ponen a prueba la credulidad del espectador con auténtico descaro. Y conmigo en esta entrega como que no ha colado.

Sí tengo que reconocer que los muy mamones consiguen al final remover las tripas. Te resistes y les vas poniendo pegas todo el rato, pero tienen un toque mágico en los desenlaces que deja totalmente kao.

En cualquier caso entrar en modo Dardenne siempre es un reto. Quien quiera, que coja el guante.

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