Vaya por delante que “Cadena perpetua” es una de mis pelis favoritas de tema carcelario. Y de no carcelario también; vamos, que es una de mis pelis favoritas en general.
Y vaya por delante también que no soy demasiado amiga de hacer críticas de pelis multitudinarias de culto, porque de ellas ya se ha dicho todo mil veces y cualquier cosa que se pueda comentar resulta repetitiva y cansina. En todo caso, si hago una crítica de estas películas es para señalar los peros que puedan tener, que todas los tienen y algunas muchísimos.
Es el caso de “Cadena perpetua”, que ya lo he confesado, a mí me encanta, pero no puedo aceptar la inmensa cantidad de críticas que leo sobre ella en las que prácticamente se obvian todos sus defectos y se beatifica a su director y sus protagonistas hasta límites incluso vomitivos.
No, miren, bajemos un poco de la nube y situémonos en un plano crítico real. Lo cierto es que Frank Darabont hace muchísimas trampas y se pone en plan bastante maniqueo. Viendo su historia da la sensación de que todos los condenados a cadena perpetua son una especie de angelitos que no han roto un plato, o que aunque hayan roto tropecientosmil son tan buenísimas personas que hay que perdonárselo todo, mientras que los responsables de las cárceles en su mayoría no sólo son malos de malignidad, sino encima tontos de solemnidad. Véase si no el caso del director de la cárcel, que no puede ser ni más farfullero ni más gilipollas, como se comprueba al final.
Por lo demás, Tim Robbins y Morgan Freeman están adorables y comestibles como nunca y sus personajes son carismáticos y atractivos a más no poder. Y el espectador se enamora tanto de ellos (yo la primera) que quiere creer todo lo que los pueda salvar y hace un esfuerzo mental tremendo para poder creerlo.
Porque a poco que se sustrajera un poco de la magia que desprenden y se situara en el mundo real nada de lo que pasa en la película es posible y en cambio todo es bastante rocambolesco.
Sí, es muy bonito y es lo que queremos que pase, pero es pura autosugestión. Y es pura trampa. Y además lo sabemos, y nos da igual. Pero bueno, siempre tiene que haber algún hijodeputa que lo diga y joda el truco, no? Y como diría la Pantoja, yo soy ésa.
Y vaya por delante también que no soy demasiado amiga de hacer críticas de pelis multitudinarias de culto, porque de ellas ya se ha dicho todo mil veces y cualquier cosa que se pueda comentar resulta repetitiva y cansina. En todo caso, si hago una crítica de estas películas es para señalar los peros que puedan tener, que todas los tienen y algunas muchísimos.
Es el caso de “Cadena perpetua”, que ya lo he confesado, a mí me encanta, pero no puedo aceptar la inmensa cantidad de críticas que leo sobre ella en las que prácticamente se obvian todos sus defectos y se beatifica a su director y sus protagonistas hasta límites incluso vomitivos.
No, miren, bajemos un poco de la nube y situémonos en un plano crítico real. Lo cierto es que Frank Darabont hace muchísimas trampas y se pone en plan bastante maniqueo. Viendo su historia da la sensación de que todos los condenados a cadena perpetua son una especie de angelitos que no han roto un plato, o que aunque hayan roto tropecientosmil son tan buenísimas personas que hay que perdonárselo todo, mientras que los responsables de las cárceles en su mayoría no sólo son malos de malignidad, sino encima tontos de solemnidad. Véase si no el caso del director de la cárcel, que no puede ser ni más farfullero ni más gilipollas, como se comprueba al final.
Por lo demás, Tim Robbins y Morgan Freeman están adorables y comestibles como nunca y sus personajes son carismáticos y atractivos a más no poder. Y el espectador se enamora tanto de ellos (yo la primera) que quiere creer todo lo que los pueda salvar y hace un esfuerzo mental tremendo para poder creerlo.
Porque a poco que se sustrajera un poco de la magia que desprenden y se situara en el mundo real nada de lo que pasa en la película es posible y en cambio todo es bastante rocambolesco.
Sí, es muy bonito y es lo que queremos que pase, pero es pura autosugestión. Y es pura trampa. Y además lo sabemos, y nos da igual. Pero bueno, siempre tiene que haber algún hijodeputa que lo diga y joda el truco, no? Y como diría la Pantoja, yo soy ésa.
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