Esta película tenía todas las papeletas para llevarse un cero patatero como una casa. Pero la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida. Resulta que me pongo a verla dispuesta a pegarle a Christophe Barratier una somanta palos tremenda, probablemente bastante merecida, y en esto que se me apalancan en el sofá mis dos hijos adolescentes, de 13 y 16 años respectivamente.
Bueno, qué se le va a hacer? Me digo. Éstos se cansan rápido y se van a la cama; aguantan media horilla como mucho.
Pues no. Resulta que los niños se me entusiasman y se quedan embobados con la historia de la guerrilla pueblerina esta. Disfrutan, se emocionan y se sienten identificados con los niños paletos que se pelean con los del pueblo vecino y se llevan los botones como botín. Y eso a su vez me emociona a mí.
Y pienso que para ellos es algo así como para mí a su edad era Mujercitas, esa peli de paletillas decimonónicas que veía cada año por Navidad y que me hacía llorar indefectiblemente. Con sus personajes inolvidables: la responsable, la rebelde, la frágil, la frívola... En este caso el líder, el valiente, el cobarde, el graciosillo, el brutote, el listo... Mujercitas y hombrecitos.
Pues sí, mis dos hombrecitos ahí, to flipaos, comentando entre ellos las jugadas más interesantes. "Será mierdecilla el tío? No seas tonto, que la maroma pasa de ti, chaval! Las tías cómo son, mira cómo lo putea! Pero qué pringaos, menuda paliza les van a meter! Qué cabrones los nazis, no?" En fin, entregados. Y lo mejor: no era la saga "Crepúsculo". Ni la cosa iba de superhéroes. Ni tampoco era Torrente!!!!! Wawwwww! Era una sencilla peli sobre la resistencia francesa en un pueblucho de mierda durante la gran guerra. Y los dos pollos ahí enchufados como si fuera "El caballero oscuro"! Es o no es pa flipar?
Y hago esta crítica desde mi condición de madre emocionada. Me gusta que haya películas con un cierto nivel ético y estético que aún sean capaces de enganchar a adolescentes criados entre playstaitons y whasaps y matanzas multimediáticas en escuelas americanas!
Que les entusiasme una historia de niños que se arrancan botones es conmovedor; es maravilloso; es un pequeño brote verde, una brizna de esperanza. Bueno, sí, qué passssssa, también tengo mi lado moñas. Algún problema?
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