martes, 23 de abril de 2013

De repente, el último verano (Suddenly, last summer), by Joseph L. Mankiewicz

Ingredientes:

1. Un trauma personal: Tennessee Williams escribió esta historia bastante cabreado con sus padres por haber consentido que le practicaran una lobotomía a su hermana esquizofrénica. Fundamental para entender la rabia que destila este alegato en contra de dicha práctica quirúrgica.

2. Un tema tabú latente: la homosexualidad. Durante toda la cinta se hacen constantes alusiones más o menos veladas pero naturalmente en ningún momento se hace la menor referencia explícita. Imposible en aquellos tiempos.

3. Un director de clásicos, que todo lo que toca lo convierte en oro: Joseph L. Mankiewicz, capaz de juntar a uno de los dramaturgos más emblemáticos de todos los tiempos con un elenco casi imposible: Montgomery Clift, Elizabeth Taylor y la gran Katharine Hepburn.

4. Un protagonista ausente: el personaje de Sebastian, alrededor del cual gira todo el drama, no aparece en ningún momento, salvo en un desafortunado flashback al final, y sólo de espaldas. Sin embargo está constantemente presente. “Sebastian decía…”, “Sebastian solía…”, “Sebastian y yo…” . Es el puto amo indiscutible de la obra, a la par que un auténtico coñazo.

5. Teatro, puro teatro: la adaptación es ostensiblemente teatral, por lo que abunda el aspaviento y la exageración, sobre todo en lo que concierne al personaje de Hepburn. Sus arrebatados discursos plagados de referencias poéticas resultan de todo menos creíbles en una película.

6. Personajes tortuosos y taradillos. Un buen complejazo de Edipo, una leve insinuación de posible incesto, tal vez un toquecillo de pederastia… Lo cierto y verdad es que no nos encontramos ante una familia muy normal, para qué nos vamos a engañar.

7. Escenarios agobiantes: toda la acción transcurre entre el jardín de Sebastian, de una exuberancia asfixiante, y el manicomio, un lugar sórdido y escalofriante en el que los locos se hacinan. De pesadilla.

8. Componente onírico. Aquí entraría la narración de la visita a la isla de Sebastian y su madre, con los pájaros devorando a las crías de tortuga, o el final, con la dramática explicación de Elizabeth Taylor y los flashbacks en los que se visualiza la muerte de Sebastian.

9. Toque friki: Las subidas y bajadas en el trono-ascensor de Katharine Hepburn son una auténtica locura, un homenaje a la horterada verdaderamente memorable.

Et voilà! De repente… el último coñazo.

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