martes, 2 de abril de 2013

Ladrón de bicicletas, by Vittorio de Sica


Yo al neorrealismo italiano confieso que le tengo un poco de miedo porque me suena a rollo morollo gafapasteril y eso echa para atrás un montón. Pero oye, lo que son los prejuicios, reconozco que “El ladrón de bicicletas” me ha gustado, o al menos me iba gustando bastante… hasta llegar al final, que me dio un bajón que paqué y mandó al traste todo mi entusiasmo. Abreviando:

ME GUSTÓ: el retrato de la miseria de la Italia de posguerra, que podría ser el de cualquier posguerra; la bicicleta como metáfora de la esperanza, el futuro y la prosperidad; el reflejo de la ignorancia y la superstición que son fruto de la pobreza y la desesperación y que se materializa en la figura de la adivina.

NO ME CONVENCIÓ: el rollete padre-hijo, como muy bipolar. El tipo a ratos parece que más que con su hijo vaya con un saco de patatas, pasa del chiquillo como de la mierda, y de repente como que lo mira, se acuerda de que es su hijo y le sale la vena padrazo. Absolutamente ciclotímico.

ODIÉ: la voz en off final. Ese discurso con pestilente tufo a novela rosa con moralina barata. Qué anticlímax, lavirrrgen!!! Y encima con la voz del NODO. Un horror!!! Ahí es donde Vittorio de Sica la caga.

Y la pregunta es: cómo se puede joder tan tontamente una gran película?


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