domingo, 14 de abril de 2013

Max, by Menno Meyjes

Estaba Hitler loco? Pues Menno Meyjes parte de la tesis de que sí, de que estaba muuuuuuuuy loco, y además tenía una serie de aspiraciones artísticas que, al no verse satisfechas, lo llevaron a descargar esa frustración en la política, fundamentalmente en su odio hacia los judíos. Vamos, que Hitler exterminó a chiquicientos millones de judíos porque un pasante de arte judío no le hizo la ola cuando le enseñó sus cuadros. Hombreeeeee!

Yo es que no creo que Hitler estuviera tan loco como Meyjes pretende y como se refleja en la demencial expresión de Noah Taylor a lo largo de todo el film. Yo creo que Hitler era un tarado, sí, y probablemente un maniático antitabaco, antialcohol y antitaurino, seguro. Pero en absoluto me creo esa dicotomía pintura-política que se plantea en la película como si se tratara de dos talentos contrapuestos que están en liza y como si sólo uno de ellos pudiera imponerse. Ohhhhhh, qué pena, como Hitler no pudo desarrollar su carrera artística, qué iba a hacer el hombre sino planificar exterminios a mansalva?

Y como lo de Hitler no me termina de convencer demasiado, paso de él olímpicamente y (la primavera qué mala es) me dejo seducir por el personaje de John Cusack.  Qué savoir faire, qué elegancia, qué mirada, qué carisma, qué todo!!! Max, ese macho con aroma de hombre de verdad, que manco y todo, con una sola manita tiene satisfechas y totalmente entregadas a dos señoras de rompe y rasga: la suya propia y otra de alquiler. Un verdadero paradigma de la optimización de recursos.

Señores que con las dos manos intactas son incapaces de cumplir medio aceptablemente con sus novias y esposas, tomen nota. Igual les convendría cortarse una mano para conseguir la técnica impecable de Max-Cusack con la otra.

O a unas malas, igual se reencarnan en Cervantes y escriben El Quijote.

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