miércoles, 10 de abril de 2013

El sabor del sake, by Yasujiro Ozu

Yasujiro Ozu es un famoso director japonés que afortunadamente no se parece en absoluto a sus compatriotas cineastas. Nada que ver con esas interminables películas en blanco y negro llenas de fieros samurais que se pasan la vida mirándose unos a otros como con ojeriza, blandiendo sus espadas, y hablando lo justo para no catalogar la película de muda. Sí, ésas que no las entiende ni la madre que las parió.

No, en las pelis de Ozu la gente habla un montón, constantemente. Eso sí, dicen cosas muy raras pero eso es porque son orientales y los orientales no hablan como nosotros. Se gastan unas bromas superraras y se hacen unas preguntas peregrinas que te cagas, pero bueno, hablan, que es lo importante. Y beben como cosacos. Y de eso justamente va esta historia, que es algo así como una tragicomedia costumbrista sobre alcohólicos que se juntan para practicar su afición favorita, y que no le hacen ascos a nada que tenga la suficiente graduación, ni a la cerveza ni al vino ni al whisky ni al sake. Ellos le pegan a todo por igual, no son delicados. Por cierto, que menudo saque con el sake!

Viendo esta película una se da cuenta de que los japoneses no son tan distintos a nosotros. Aparte de que se sienten y duerman en el suelo (por cierto, qué agilidad tienen los jodíos para sentarse y levantarse aunque estén borrachos como cubas y tengan más años que Matusalén) y de que se quiten los zapatos al entrar a las casas y de que se pasen el día encorvándose para hacer reverencias, costumbres todas ellas que llaman mucho la atención a los occidentales, que en cuanto nos agachamos un centímetro ya estamos hechos polvo con el lumbago, por lo demás los japos se nos parecen un montón.

En qué se nos parecen? Pues por ejemplo en que la evasión etílica les gusta exactamente igual y en que también cuando se han pasado siete pueblos se les pone la lengua de trapo y se caen para los lados, con la ligera ventaja de que como ya están en el suelo las caídas son menos traumáticas y aparatosas. Únicamente cambian de posición pasando de la verticalidad a la horizontalidad pero no se hacen pupa.

La película no es nada del otro mundo, no es una obra maestra ni creo que lo pretenda, pero sí es curiosa. Es bastante ilustrativa sobre el modo de ser y pensar de nuestros simpáticos amigos de ojos rasgados, sobre la vida en las casas, en los bares, en las reuniones de amigos… Y sobre todo, se puede ver sin sujetarse las pestañas con alfileres, lo cual es un detalle importante cuando se habla de cine oriental.

2 comentarios:

  1. Que crítica tan graciosa Me ha gustado :)

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  2. A mi tambien me ha hecho gracia tu critica pero, la verdad, creo que se queda muy corta o que deja a la pelicula en peor lugar del que debe ocupar, pues olvidas la sublimacion de lo cotidiano que tanto engancha y le da ritmo y muchos otros matices.
    Quizas digo esto porque acabo de verla y me ha ENCANTADO.
    Saludos!

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