domingo, 21 de abril de 2013

Frenesí, by Alfred Hitckcock

CON LA MUERTE EN LOS TALONES. Así debió estar el maestro para rodar esta película, chusca donde las haya, con el plantel que la rodó. Madre mía, Hitch, quién te ha visto y quién te ve??? Con esos bellezones rubios que te has agenciado tú de toda la vida, ese brillo, ese glamour... cómo has ido a dar con este ramillete de actrices de caras perrunas y cardados imposibles? Lo que es la decadencia artística, señor!!! Por lo visto, el amigo Alfred volvió a su London natal para rodar esta película, y como el presupuesto estaba flojo recurrió a actores y actrices de teatro casi desconocidos. Vale, bien, lo entendemos, pero hombre... tan bajo era el presupuesto que no daba ni para una actriz con cara normal???

LA SOMBRA DE UNA DUDA. Sin ánimo de adelantar nada esencial diré que la historia va de un asesino en serie que mata a sus víctimas estrangulándolas con una corbata, concretamente con la corbata que lleva puesta en el momento del crimen. Y mi duda es: nadie reconoce las corbatas del tipo? Es decir, no sería lo más fácil para dar con el asesino buscar al propietario de dichas corbatas en lugar de ir por ahí haciendo preguntas peregrinas sobre lo humano y lo divino? No sé, digo yo.

FALSO CULPABLE. Una vez más Hitchcock vuelve al tema del falso culpable, sólo que el personaje es tan tonto, tan basto y tan poco atractivo que una se pasa el rato deseando que sea el culpable de verdad o que al menos la policía lo crea y lo encierre en la cárcel de por vida. No he visto jamás a un inocente tan poco carismático y que esté llamando tanto a gritos una sentencia de culpabilidad, al menos por parte del espectador.

CRIMEN PERFECTO. En realidad el asesino dista mucho de cometer crímenes perfectos: va dejando pistas por todas partes, se deja ver tranquilamente por los lugares de los crímenes, no limpia jamás sus huellas... en fin, un desastre. El auténtico crimen perfecto de esta historia es el infame tinte rubio que lleva el serial killer en su pelo, un verdadero horror estético de proporciones espantosas. De cadena perpetua como mínimo.

YO CONFIESO que viendo esta película me he partido la caja, vamos, que la considero más una joya de la comedia negra que una historia de intriga. Los diálogos entre el inspector y su señora, a medias entre lo gastronómico y lo policíaco son de lo mejorcito en comedia que he visto jamás. "Querída, qué es esto?", "Pues sopa de congrio, ancas de rana y manos de cerdo con algas Fujimori, querido. Por cierto, hablando de ranas, no termina de cuadrarme lo de la corbata". Simplemente genial.

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