domingo, 7 de abril de 2013

El jovencito Frankenstein, by Mel Brooks

Confieso que me he reído, y no se me caen los anillos.  Confieso que el guión de Mel Brooks y Gene Wilder y los ojos enloquecidos del jorobado Marty Feldman me han hecho mearme de la risa, y esta afirmación se puede entender con total  literalidad.

Pero igual que lo confieso, confieso también que puedo ser bastante simple para reirme, vamos, que lo mismo me descojono con Chiquito, con los chicos del Club de la Comedia, con Wyoming, con "La que se avecina", con la niña del exorcista,  etc... En fin, que a la vista está que no soy delicada para esto de la risa.

Y dicho esto, confieso igualmente que como para esto de la risa soy más simple que el mecanismo de una escoba,  en un momento dado me pueden hacer gracia cosas como:

"Levántemela, por favor"

"Uyssss, debe tener un rabo enorme"

" Si el monstruo se llevó parte de su inteligencia... qué se llevó usted del monstruo??? Ainnnnnnsssss"

Sí, amigos, soy una tía burda y soez y me río con este tipo de gilipolleces. Mi exquisitez brilla a menudo por su ausencia y aunque creo que mi sentido del humor en ocasiones puede rozar lo sublime, lo cierto y verdad es que en el día a día no dejo de ser una vulgar ciudadana capaz de descojonarse con el simple sonido de una ventosidad.  Qué le vamos a hacer? Lo siento si con esta confesión he demolido algún mito.

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