sábado, 20 de agosto de 2011

Dulce persuasión, by Marcos Siega

No se puede ser más mala, más hijaputa, más psicopatilla y más retorcida con 15 años. Evan Rachel Wood da una lección magistral de interpretación que debería hacerla pasar a la historia de las malas malísimas del cine.

"Dulce persuasión" ha sido un impresionante descubrimiento, al que tampoco es del todo ajena la impagable presencia de un brillantísimo James Woods. Acidez, ingenio, ironía, finura humorística, brutal crítica social... Todo eso y mucho más contiene esta pequeña joya del cine independiente americano. No se salva ni dios de la quema, le da un repaso a todo y a todos: educación, familia, sanidad, valores patrios, religión, política, medios, sexo, cultura de masas...

A veces despotricamos de los USA (yo la primera) y nos olvidamos de que si algo bueno nos han enseñado a lo largo de su historia, de su cine y de su literatura es que muy a menudo saben reirse de sí mismos como los que más. Esta película no es otra cosa que un tremendo autoflagelo, pero hasta para darse de hostias sin aburrir al personal hay que tener arte. Chapeau, Siega, lo has bordao.

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