miércoles, 31 de agosto de 2011

La última estación, by Michael Hoffman

La verdad es que antes de ver esta película desconocía por completo todo lo relativo a la apasionante vida de León Tolstoi. No sabía que en un momento dado, en un arrebato de conciencia social, decidió renunciar a todas sus pertenencias y lideró un movimiento basado en el respeto a la naturaleza, el celibato, el vegetarianismo y la abolición de la propiedad privada. Ni sabía esto ni sabía que llegó a convertirse en algo así como un gurú, un guía espiritual para la nación rusa. Joder, llegó a ceder los derechos de autor de sus obras a la humanidad. Madre mía, si la SGAE levantara la cabeza!

Pero vamos, de todo esto no me he enterado por la película sino porque, movida por una irreprimible curiosidad, me he metido en Google y me he empapado bien del movimiento tolstoiano. Sabia decisión, porque de la historia que nos cuenta Michael Hoffman lo único que he sacado en claro es una especie de batalla campal por los derechos de autor entre la avarienta señora de Tolstoi (eso sí, interpretada por una soberbia Helen Mirren) y los cabecillas de la "secta". Vamos, una vulgar historia de luchas hereditarias. Del trasfondo del movimiento, de la filosofía tolstoiana, de lo que ese hombre tuvo que vivir, ver y pensar para semejante cambio radical en su vida nasti de plasti. De ahí mi malsana curiosidad y mi posterior batida por los mundos de google.

No dudo de que el director intenta centrar la historia en las relaciones personales del ilustre escritor con su temperamental esposa, pero todo lo que he leído posteriormente sobre el personaje me parece tan fuerte y tan apasionante que me cuesta aceptar que toda su intensa y prolífica vida se haya visto reducida a este profuso relato de peleas conyugales y conflictos de familia. Vamos, el "Corazón corazón"  de los amantes de la literatura rusa. Manda huevos escribir "Guerra y paz" para que terminen recordándote como ese señor que no paraba de discutir con su señora.

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