viernes, 4 de mayo de 2012

El experimento, by Oliver Hirschbiegel

Las películas sobre experimentos con personas que están basados en hechos reales casi siempre resultan fallidas por la propensión de los directores al exceso. "La ola", por ejemplo, aquel experimento educativo que pretendía demostrar lo fácil que es crear en un aula un ambiente de dominio y sometimiento similar al del tercer Reich. En este caso se pasaban por un tubo y la sensación de falseamiento de la realidad era muy evidente, a pesar de las buenas críticas.

En "El experimento" se pretende recrear un idem que se llevó a cabo en la Universidad de Standford con la intención de hacer un simulacro de cárcel, con sus celadores y sus presos, personas que se apuntaban a la prueba a cambio de dinero. La idea era observar la evolución psicológica de cada uno de ellos según el rol que le había tocado en suerte.

Pues bien, el director se entrega a sus delirios con tanto entusiasmo que al cabo de un rato viendo la película resulta totalmente increíble que un grupo de personas aparentemente normales en un par de días acaben actuando como auténticas fieras corrupias.

Y claro, luego te vas a San Google, que hoy en día es el mecanismo principal por el que podemos impedir que nos la metan doblá, y te enteras de que sí, el experimento fue curioso y tal, pero nada que ver con lo que a ti te ha intentado colar el tal Hirschbiegel. Que sí, que a los tipos se les fue yendo la perola poco a poco, espoleados por una serie de mecanismos psicológicos que muy astutamente se usaron en el experimento real pero de los que este director no nos dice ni mu.

En fin, que la sensación que queda es como de camelo, vamos, que te la han intentado dar con queso pero te has librado gracias a tu fina intuición y a tu perspicacia sin igual.

De todas formas, qué queréis que os diga; después de años sufriendo por todas partes las secuelas, contrasecuelas, comentarios y análisis sobre el fenómeno televisivo del Gran Hermano en sus distintas ediciones ya una se espera cualquier cosa cuando encierran a una serie de individuos en un espacio cerrado. Si encima les obligas a interpretar unos roles y los estimulas convenientemente (y la pasta es un estímulo muy potente) puedes convertir al más manso de los ciudadanos en un verdadero depredador sin alma ni compasión. Vamos, que estos experimentos sólo sirven para reafirmarme en mi pesimismo innato con respecto a nuestra especie.

Mención aparte la historia de "amor-exprés" que el director cuela en la trama sin venir a cuento de nada y que verdaderamente no se explica qué pinta en todo este festín de aberraciones.

En cuanto a los actores, supongo que hacen lo que pueden dentro de ese guión lleno de despropósitos con el que trabajan. No debe ser fácil hacer como que pasas de ser una persona normal a una bestia parda en cuestión de un par de horas. Sí que tengo que reconocer que me gustó mucho la interpretación del protagonista, Moritz Bleibtreu, que es el que lleva el peso principal de la historia, y el tío se lo curra, a pesar de lo incongruente del guión

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