Leo en una crítica la siguiente sentencia: "Quien quiera pasar un buen rato y ver un relato de personajes entrañables, de amigos de toda la vida y simpáticos embaucadores puede ver esta película".
Inmediatamente levanto la mano. Yo!!!! Y vaya si acerté. Hacía mucho tiempo que no me reía tanto con una película; hasta empezaba a pensar que la palabra comedia estaba perdiendo su significado original.
Es una locura total, esperpento en estado puro; tiene un punto surrealista encantador. Me recordó muchísimo a esa gran joya del humor negro argentino: "Esperando la carroza". Un clásico de lo grotesco, decía alguien de aquella cinta. Bueno, pues ésta es idem de lo mismo, pero en versión serbia. Personajes completamente caricaturescos para una trama delirante.
La historia básicamente va de unos gitanos trápalas a más no poder; uno le debe dinero a otro y éste, para cobrarse la deuda, decide casar a una hermana que tiene con el hijo del otro, por supuesto en contra de su voluntad, puesto que está enamorado de otra gitana, interpretada por Branka Katic, por cierto, señores, una actriz muy guapa. Pues bien, a partir de ahí se desata el pifostio.
Reconozco que la primera parte, la de presentación de personajes y situaciones, puede resultar larga, pero de verdad, si la veis aguantad ese ratillo, que en cuanto empieza ya la boda propiamente eso es el despiporre.
Suscribo la frase inicial pero perfeccionada: "Quien quiera pasar un buen rato y ver un relato de personajes entrañables, de amigos de toda la vida y simpáticos embaucadores que vea esta película".
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