domingo, 20 de mayo de 2012

Hacia rutas salvajes (Into the Wild), by Sean Penn

Basada en un hecho real. No me extraña, me lo creo sin problemas; el mundo está lleno de gilipollas integrales como el protagonista de esta película que, para mi espanto, pasmo e indignación, tiene unas críticas espectaculares y unas puntuaciones realmente escandalosas.

Tenemos a un niñato de familia bien, recién terminada la universidad, y que tiene él superclaro que está por encima del bien y del mal, de esta asquerosa sociedad de consumo, de la moral burguesa de sus padres, de los sentimientos de la gente que lo quiere o lo aprecia...

Él es un espíritu libre y lo piensa demostrar, mochila a cuestas, recorriendo los parajes más salvajes de la América profunda, con la inestimable ayuda de su instinto pijoteril (que ya sabemos que es lo más útil para enfrentarse a los peligros de una naturaleza indómita) y un libro de plantas comestibles. Su objetivo es Alaska. Pa Alaska voy, de Alaska vengo, y por el camino yo me entretengo.

Es muy divertido ver a este singular e intrépido trotamundos enfrentarse a torrentes, animales salvajes, plantas venenosas, crecidas de ríos, tormentas y desiertos áridos con su mochilita y su libro, y claro, contándonos mediante una oportuna voz en off sus interesantísimas apreciaciones filosóficas de veinteañero chupiguay y molongo. Pero no creáis, que la suya no es la única voz en offf; también tenemos a la hermana del nene, que  nos va contando con toniquete llorón por su parte su particular vivencia por la ausencia del niño perdido.

Y luego la de amigos que hace este encantador muchacho durante su andadura, y la de gente interesante que conoce! Y a todos les seduce con su espíritu libre, y todos se lo quieren quedar y todos se lo piden para adoptarlo, follárselo o dejarle su herencia... pero él no, él no quiere ataduras ni dinero ni amor; él sólo quiere su libertad.

Y claro, la libertad es como la fama; cuesta. Y ahí tenemos a Emile Hirsch, que interpreta a nuestro joven y audaz héroe, abriendo y cerrando agujeros del cinturón según va oscilando su peso. Al final de la película a que no adivinas cuántos agujeros tiene.

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