miércoles, 16 de enero de 2013

Los puentes de Madison, by Clint Eastwood

Sobrevaloradísima película del puto amo Eastwood que básicamente cuenta la historia de un encoñe, elevado por la casi totalidad de la vil plebe a la categoría de auténtico amor eterno for ever more.

Como a estas alturas todo el mundo sabe (o debería saber), el amor eterno no puede ser otra cosa que un encoñe de 4 días, a lo sumo 10. Todo lo que pase de ahí es agotador, hay que esforzarse todo el tiempo por avivar la llama del amol, gastarse un pastizal en lencería fina, en cenas románticas, en flores... Ufffff, y todo para que no te invada la rutina, que es invasora nata y te pongas como te pongas te invadirá sí o sí.

El increíble éxito de "Los puentes de Madison" se basa precisamente en eso, en el encanto del encoñe de duración limitada y eterno recuerdo. Todo el mundo ha vivido alguna vez algo así, y si no lo ha vivido sueña con vivirlo. Una historia perecedera con fecha de caducidad incorporada que no termine en desayunos cansinos, peleas por el mando a distancia y discusiones sobre el coche, los niños y si vamos al Mercadona o al Carrefur.

Y el gran Clint, que no es tonto y de todo esto debe de saber bastante, ya que lleva unos cuantos matrimonios a sus espaldas, se monta un historiazo del copón y pone durante dos horas ojitos de carnero degollado mientras la señora Streep se deja querer con su aroma de hembra crepuscular necesitada de pasión y emociones fuertes.

Todo esto por no hablar de la majadería de la que parte la historia. Esta señora decide dejar una carta a sus hijos en la que les cuenta lo de los 4 días de pasión con el fotógrafo del National Geographic. Así que los hijos no tienen más remedio, tanto si quieren como si no, que enterarse de la apasionante vida sexual de su mamá con un señor distinto a su papá.

Señora, por diosssss, desde cuándo estas cosas se comentan con los hijos? Usted no podía morirse tranquilamente y dejar a sus hijos en paz con la idea de una madre de familia ejemplar que sólo pensó en toda su vida en el bienestar de los suyos? No podía decir simplemente: "Cuando muera quiero que esparzan mis cenizas por el puente X porque me trae muy buenos recuerdos, o porque es un puente que me encanta"? Noooooooo, de paso en un acceso de sinceridad tenía usted que contar a sus descendientes que en ese puente echó el mejor polvo de su vida con un señor desconocido que pasaba por allí!!!!!!

En fin, para colmo hace el guión Richard LaGravenese, que es un monstruo del pasteleo, y... voilá! Ya tenemos marujas y marujos por doquier llorando por los rincones y pensando... aysssss, qué bonito es el amol! Y ya está, entre pitos y flautas Eastwood se la ha vuelto a meter doblada a media humanidad. Ole ahí!


3 comentarios:

  1. Por qué no había encontrado este blog antes? Está genial. Son críticas divertidas pero analíticas y evidencian estar fundamentadas en conocimiento, pasión, disfrute y diversión por el séptimo arte. Hablando de la película en cuestión, estoy de acuerdo. Historia sosa, eso de que los hijos lean 827 páginas de diario en un día, donde la madre cuenta cosas que efectivamente no debiera contar y, lo peor, al final, los hijos transformados gracias a las enseñanzas maternas, deciden resarcir sus matrimonios y ser felices para siempre... Qué te digo.
    La película no es mala principalmente a la buena actuación, muy trabajada, de Meryl, y tras ella un efectivo Clint. Pero en general la película está llena de situaciones de no creerse.
    Genial blog, otra vez, saludos desde Colima, México.

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    1. Pues muchas gracias, Said. creo que eres el único visitante mexicano de mi blog. No sé si cantarte una ranchera para darte la bienvenida, pero mejor no, seguro que no necesitas que caiga un chaparrón en Colima.

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    2. Pues mira, pese a no ser un seguidor de las rancheras, tan extendidas por acá, podrías intetarlo. Con estas canículas eternas no vendría nada mal un chaparrón, por más violento que lo desencadenaras.
      Un honor ser el primero de por acá en tu blog de por allá.
      Saludos¡

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