jueves, 10 de enero de 2013

Regreso a Bountiful, by Peter Masterson

Ayyyy, las suegras! Ayyyyy, las nueras!!!!! Ayyyy, pobres hijos que tenéis que bregar entre la señora esposa y la señora madre procurando no tomar partido y padeciendo vuestra tortura en silencio como si de dos enorrrmes y molestísimas almorranas se tratara.

Ésta es la historia de una de esas tormentosas relaciones. En realidad no se sabe muy bien quién es más insoportable, si la nuera o la suegra. En la película (y supongo que también en la obra de teatro) el autor toma clarísimo partido por la vieja, pero lo cierto y verdad es que la abuela es bastante chapas y tiene la terrible costumbre de cantar himnos religiosos para entretenerse. Yo sinceramente, de tener que convivir con una suegra así, también lo llevaría muy malamente.

La nuera es pintada como una auténtica bruja. Para empezar fuma y bebe cocacola sin parar. Peter Masterson debe de ser un auténtico talibán antitabaco y anticocacola porque en realidad éstos son los dos principales defectos de la muchacha. Además, para más inri, quiere ir un par de veces por semana con su marido al cine, y por si todo esto fuera poco, no quiere tener hijos. Y ya para remate de la pera, no le gusta el campo y es urbanita de pura cepa. En fin, un auténtico horror de nuera.

La suegra, por contra, es dicharachera, rural y ni fuma ni bebe ni es aficionada al cine. Es ese tipo de mujer que se sienta a tu lado en el tren o el autobús y ya te puedes olvidar de leer el libro o la revista que llevabas o de ver la peli que pongan. Indefectiblemente te contará su vida, te hablará durante horas de lo hijaputa que es su nuera y si encarta te sonsacará hasta el número de tu carnet de identidad. Un encanto, verdad?

En fin, la historia es así de sencilla, sólo que a mí estas pelis de tiernas e indefensas ancianitas encantadoras me aburren mogollón. Se parecen todas un montón y podría intercambiarse sin problemas una abuelilla por otra sin que se notara demasiado. Te cambio el cromo de la abuela de "El diario de Noa" por ésta, y ésta por la del Titanic, y la del Titanic por la de "Tomates verdes fritos"... y así hasta el infinito y más allá. Sólo espero que si yo llego a vieja no me dedique a ir por el mundo dando la chapa y torturando al personal como todas estas terroríficas abuelas.

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