domingo, 21 de julio de 2013

A Roma con amor, by Woody Allen

Si en algo es especialista nuestro inefable Woody es en la creación de caracteres inolvidables. De hecho incluso alguna de sus películas ha pasado a la historia por el nombre de su protagonista, y no me hagáis decir cuál, que seguro que lo sabéis. Pues bien, en esta ocasión mi director favorito se ha esmerado en crear una serie de personajes esperpénticos que son, con diferencia, lo mejor de la película. Paso a hacer un breve catálogo de los más emblemáticos :

El europijo. Es el yerno con el que sueña cualquier neoyorkino con pretensiones de grandeza intelectual: "No quieres que nuestra pequeña se case con un europijo"? Se le reconoce por la gomina y por su discurso europeísta, antiamericano y neoprogre. Probablemente es el yerno con el que sueña el propio Allen.

El creativo de performances. El tipico productor que se dedica a financiar ruinosos espectáculos de vanguardia. Nuestro performer es amante de la ópera y en su curriculum hay genialidades como un Rigoletto con los personajes vestidos de ratas o una Tosca dentro de una cabina telefónica. Podéis haceros una vaga idea.

El alterego de Woody. Aquí es un arquitecto que encuentra supersexis a las tías neuróticas, complicadas, frágiles... Es muy fácil de reconocer porque babea constantemente cuando las tías sueltan chorradas y actúan como epilépticas o catalépticas. Muy ingeniosa y muy alleniana la bifurcación de este personaje, de joven y de mayor, e impagable la presencia de Alec Baldwin como el Allen mayor y sabio que hace de Pepito Grillo del Allen joven e inexperto.

El enterrador que canta ópera bajo la ducha. Este personaje sin agua es un vulgar enterrador pero en cuanto empieza a enjabonarse canta como los ángeles y te borda el Nessum dorma. La única forma de hacer negocio con él es sacarlo al escenario siempre bajo un chorro de agua y con una esponja en la mano. Es fácil reconocerse en él, quién no ha cantado alguna vez bajo la ducha "La donna e mobile"

La actriz que se sabe un verso de cada poeta para impresionar a los jóvenes impresionables. No sé, pero este personaje me recuerda a alguien. A ver, una adivinanza: actriz frágil, neurótica, con tendencia a la catalepsia. Voy a más: rubia, con ricitos, siempre hace papeles de tontorrona ingenua que no se entera de casi nada. En definitiva, el tipo de mujer de la que se enamora locamente nuestro genial director, a la que convierte en musa indiscutible y con la que luego termina como el culo. Veeeenga, es muy fácil.

El señor que se hace famoso de repente. Éste sale un día a la calle y los medios le empiezan a acosar sin motivo ninguno. Es un personaje típicamente buñuelista, como aquéllos de "El ángel exterminador" que no podían salir de la habitación. La celebridad súbita.  Lo mejor, las preguntas de la prensa: "Qué ha comido usted hoy", "Cómo le gustan las tostadas", "A qué hora se afeitó", "Qué prefiere, carne o pescado".

La prostituta zafia y vulgar que milagrosamente tiene una legión de clientes millonarios.  Es el único personaje que sobra en la historia, que no aporta nada y que ni siquiera resulta gracioso. Y si ya os digo que la interpreta nuestra querida Pe con su habitual "naturalidad"... supongo que no hará falta que diga más nada.

Para terminar, la mejor frase de la película, en mi opinión. Se la dice Alec Baldwin (recordemos, el alter ego viejo y sabio de Allen) al joven arquitecto que un día fue: "ufff, por poco; si te descuidas terminas adoptando a un montón de niños birmanos". Hijoputa, cómo se sabe reir de sí mismo. Muy probablemente ésta sea la más autobiográfica de todas sus películas; de hecho hay por ahí una actriz rubia, multimadre adoptiva y especializada en papeles de ingenua que no debe estar demasiado contenta.

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